¿YA PARA QUÉ?

ÚLTIMO ACTO DE CAMPAÑA: LA CONFRONTACIÓN DE EGOS

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Salvo que se diera un evento fuera de lugar, dentro de un debate electoral en el que todo vale, no parece tener importancia ya el llamado “gran debate presidencial” que los candidatos han aceptado llevar a cabo “en vivo y en directo” en Caracol (radio y televisión) el próximo 23 de mayo, víspera electoral, a las 9 de la noche.
En su gran mayoría, las cartas están jugadas. Solo unos cuantos indecisos pueden estar pensando todavía por quién votar en la primera vuelta.
No va a ser en el último día que vamos a decidir cuál es la mejor propuesta presidencial para elegir dos días después… No vamos a ver en ese fugaz debate, la diferencia entre el modelo económico que defienden los neoliberales, frente al modelo económico que propone la candidata del Polo, Clara López, la única propuesta alternativa que, por paradoja, es la última opción que los colombianos reflejan en las encuestas. Ni vamos a ver representado en ese debate la vocería del voto en blanco, que debiera estar. Al fin y al cabo, como opción política legítimamente establecida y reconocida, el voto en  blanco es un candidato más.  
Y, entonces, vale preguntar: ¿Por quién van a votar los indignados de los campos (agricultores de todos los productos y pecuarios de todas las especies)? ¿Por quién van a votar los marginados de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo en las ciudades? ¿Por quién van a votar los que defienden el medio ambiente de la locomotora minera o los que defienden los derechos humanos?
No, pedagogías tan densas no se logran socializar en un debate. Ya para qué. No pasa de ser un show más… Algo para continuar la gran audiencia de Yo me llamo: ¡Bien por Caracol!
¡Mal por el país! Que los candidatos presidenciales hayan decidido no confrontarse civilizadamente sino a través de la guerra sucia… mal, muy mal. Y si como epílogo de la campaña lo que salen es a sindicarse de asesinos y narcotraficantes, y que uno de ellos sea el llamado a tomar las riendas del Estado en los próximos cuatro años, da grima pensar que a última hora los electores podrían decidirse por algo distinto, que no saben qué es ni en dónde está.
Como decían en antes: ellos sabiendo y uno adivinando…