VOTO A VOTO

LA DISPUTA ES FEROZ. LA BALANZA EMPIEZA A INCLINARSE EN FAVOR DE SANTOS, PERO NADIE APOSTARÍA TODAVÍA EN CONTRA DE ZULUAGA

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Crónica de Octavio Quintero

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Los principales medios de comunicación divulgan hoy las últimas encuestas elaboradas por Gallup y Datexco sobre la intención de voto el próximo domingo 15 en el balotaje presidencial, dejando ambas la sensación de que el presidente-candidato Santos ha recortado la distancia que le tomó en primera vuelta el candidato del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga.
La de Gallup, en El Espectador, refleja que Zuluaga ganaría con el 48,7% de la votación, dejando a Santos con el 47,5 por ciento. Pero la de Datexco, en El Tiempo, indica que Santos se impondría sobre Zuluaga por un margen relativamente amplio de 41,9 a 37,7 por ciento.
En la primera, según el lenguaje de los estadísticos, se daría un “empate técnico”, al solo mostrar una diferencia de 1,2 puntos a favor de Zuluaga que se estiman en unos 200.000 votos; y en la segunda ese “empate” se rompería a favor de Santos, al sacar una ventaja de 4,6 puntos que, aplicándole la misma operación podrían representar unos 767.000 votos de diferencia. Es decir, en la primera, Zuluaga pierde 280.0000 votos de diferencia frente a los 480.000 que le tomó en primera vuelta; y en la segunda encuesta, Santos no solo recorta ese margen sino que le toma 767.000 votos más de ventaja.
En lo que sí difieren notoriamente ambas encuestas es en la evaluación del voto en blanco: Gallup indica que casi se ha borrado de la intención de los electores este próximo 15 de junio, con un porcentaje de solo 3,7 por ciento (unos 617.000 votos), en tanto que Datexco lo mantiene arriba con un registro del 13,8 por ciento (unos 2’300.000 votos).
En la frialdad de las cifras electorales, se podría concluir que la campaña de alianzas ha jugado a favor del candidato-presidente que con su tema de “el fin de la guerra o la guerra sin fin” ha conquistado más intención de voto que el candidato Zuluaga con su “paz sin impunidad”.
La polarización es evidente, y la continuación de la “guerra sucia” no deja dudas, aunque no a los niveles delincuenciales alcanzados en la primera vuelta, al develarse los escándalos del hacker de Zuluaga y de J.J. Rendón y Chica, del lado de Santos.
En la recta final la guerra sucia proviene más de la ventaja, al parecer indebida, que el presidente-candidato ha sacado de su condición de Presidente, tanto por el hecho de tener información privilegiada (no al alcance de su contendor), como por  andar reclamando como candidato lo que en obligación tenía que hacer como Presidente. Son las desventajas que los expertos llaman “pesos y contrapesos” que se reflejan en una reelección traída de los cabellos en la administración de Uribe que ahora, en paradoja política, se ha vuelto en contra de su propio candidato en esta campaña del 2014.
Pero, lo que parece más nocivo a la democracia colombiana, es que un precepto constitucional como la paz (“ARTICULO  22. La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”), haya quedado convertido en especie de dádiva que se ofrece a los colombiano, si y solo si votan por Santos.
Es donde resulta de un alcance manifiesto la carta del comandante en jefe de las Farc, Timochenko, desde las montañas de Colombia, con poca divulgación en los grandes medios, en la que acusa a Santos de manipular la negociación de la Habana y denuncia que lo que se pretende con la disyuntiva del “fin de la guerra o la guerra sin fin” es trasladarle al pueblo la responsabilidad de un conflicto armado del que solo son responsables los partidos y la clase empresarial que se disputan el control del Estado.
Siga los siguientes enlaces de El Satélite sobre las encuestas mencionadas en esta nota, más la carta del jefe guerrillero.
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El Espectador.com

 

El Tiempo.com

 

Semana.com