VÍCTOR MARENCO

Desde Barranquila: El medio ambiente no aguanta ensayos

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La Sociedad Portuaria de Barranquilla y Cormagdalena han propuesto dragar la desembocadura del río Magdalena sobre el Atlántico que sirve a los diferentes terminales y muelles ubicados en la zona portuaria de esta capital costera.

Sin duda, un tema álgido y acucioso que no ha tenido suficiente ilustración, no obstante que la conformación geomorfológica y las características geológicas asociadas al río, son factores decisivos para la toma de decisiones respecto a los dragados a ejecutar y demás obras pertinentes.

Técnicamente podría objetarse que no se han hecho los estudios y las consideraciones del caso… No al menos que se hayan divulgado de manera amplia y compresible a todos los niveles de la sociedad.

Porque resulta pertinente esperar que cualquier empresa que se haga valer tiene que ser previsiva y no correr riesgos innecesarios. Dragar un fondo duro y extenso como el que se encuentra en el mencionado Tapón, puede tener inherentes causales imprevisibles con implicaciones ambientales de diversa índole, rayanas en algún desastre ecológico o hidrológico, o en otros factores que alteren las inversiones portuarias en Barranquilla.

Dragado de algunos puntos del Tapón de Andreis y la roca caliza. Notar la excelente calidad del material extraído. Cortesía de MAPESA SA

Acciones preventivas

Antes de dragar hay que optimizar y correr un modelo geológico en primera instancia que detalle qué se va a intervenir y bajo qué condiciones. Previo a cualquier actividad de dragado de un rio, se debe invariablemente determinar un modelo geohidráulico que estime todas las variables habidas y por haber, las cuales tienden a influenciar y predecir la tendencia de la corriente. Previo a un dragado en una zona confinada, se debe tener claro que hacer con el material dragado y donde puede ser útil su disposición final. Esto no es capricho señores...

El Tapón de Andreis si se interviene, puede causar efectos erosivos tremendos en alguna de las orillas o en su defecto, tiene la posibilidad de cambiar cursos de cauces que eran hasta su momento, inveterados. No son alarmismos ni nada por el estilo; simplemente se invita a que se consideren invariablemente todas las causas y consecuencias que puede tener un dragado de este orden y sus impactos en las orillas del río como tal. Nadie se encuentra excluido y es una práctica perfectamente normal en un trabajo de ingeniería de características intervencionistas.

La historia reciente muestra que cualquier alteración antrópica de un río puede presentar más adelante consecuencias desagradables. Los rusos en el año de 1927 alteraron el Volga en su desembocadura al Caspio con un dragado intenso, cerramientos de cauces y se presentaron consecuencias catastróficas en poblaciones importantes que poblaban su delta, las cuales posteriormente fueron trasladadas. Tampoco olvidemos el suceso de la Boca del Cura, en la historia algo reciente de la actividad fluvial colombiana, cuando por hacer caso a la orientación del sacerdote José de Gavaldá para mitigar la sequía del año 1938, la población hizo la modificación del caño Caribeña y un corregimiento de Majagual (Sucre) fue arrasado por el cauce del río Cauca, persistiendo este problema hasta el día de hoy.