UNA PRIMA EXTRAÑA

El presidente Santos apaciguó los alterados ánimos de los 1.110 alcaldes del país, dándoles una prima en este semestre de hasta salario y medio mensual, lo que se ha interpretado como la primera cuota que les gira por sus buenos servicios como jefes de debate local en su campaña reeleccionista.

Es lo que se establece como el desequilibrio en los pesos y contrapesos de un ejercicio electoral que se concibió en la Constitución del ’91 como de no reelección presidencial, pero que luego se introdujo a trocha y mocha para su “majestad” Uribe.

¿Qué tal –pudiera preguntarse- que a la actual presidente del Polo, Clara López, única candidata presidencial de momento en contienda con Santos, se le permitiera con plata del presupuesto hacerles una atención del mismo corte a los alcaldes?

El caso de la extraña prima resulta contradictorio en algunas poblaciones y ciudades donde los alcaldes enfrentan problemas con sus subalternos, precisamente por reivindicaciones salariales que no aceptan o desconocen como, por ejemplo, en Medellín, en donde a los empleados municipales se les suprimió la prima de carestía.

El alcalde, Guillermo Gaviria, en consecuencia, debiera renunciar a esta “amable” atención del presidente Santos.

En nuestro último editorial, “Una protesta pacífica”, se pregunta quién ha obtenido algo por la vía de la protesta pacífica. Pudiera responderse que los actuales alcaldes porque fueron los mismos que hace tres meses, en su congreso anual de Cartagena, chiflaron al entonces ministro de Vivienda, Germán Vargas; le exigieron un aumento de sueldo al del Interior, Fernando Carrillo y notificaron al presidente Santos de que no iban a permitir la recentralización del país en materia de recursos y contratación pública, por ejemplo, con el nuevo sistema de regalías.

Eso sonaba muy pacífico porque la guerra se desarrollo con la más efectiva arma silenciosa que se pueda conocer: ¡el chantaje!

Y Santos que es un pragmático eximio; que se babea por la espuria reelección que le deja Uribe –su nuevo mejor enemigo-, les tapó la boca a los 1.110 alcaldes con una “primita” de momento  y, esperen más, porque cuando se dispone de la plata ajena para litigar en causa propia, ¡qué carajos!