ESTO TAMBIÉN ES VANDALISMO

ESTO TAMBIÉN ES VANDALISMO

Una muy grave denuncia acaba de hacer el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (en liquidación).

Revela que sin ninguna consideración a la grave situación del caos encontrado en el cierre de las seccionales, avanza velozmente la liquidación de la entidad. Hemos exhortado a los entes de control sobre la perdida de información, expedientes activos e inactivos, tutelas, historias laborales, afiliaciones, procesos de cobro coactivo y persuasivo, aspectos contables, recursos invertidos en dólares en paraísos fiscales, digitalización pendiente de toda la información, y aun así, se continua en el frenesí de cerrar el ISS…

“Requerimos a todas las subdirectivas seccionales y comités de Sintraiss y Sintraseguridadsocial, y a todos los trabajadores en general, a intensificar la actitud de alerta y denuncia sobre este vandalismo oficial”, dice el presidente del Sindicato, Alerto Pardo.

La Voz Colombia

 “Hay que saber perder”, dice un viejo bolero. Pero el problema es que Santos es como Jalisco que “cuando pierde arrebata”.

Por estos días en que el tal paro agrario le demostró al Presidente que sí existía, Santos fue más allá y dijo que “viene desde hace décadas… Es un cáncer que hasta ahora hizo metástasis”, agregó, quizás recordando su  querida próstata, a la que sí le prestaron atención inmediatamente, vaya uno a saber por cuenta de qué EPS que tan diligentemente hizo la excepción.

Prueba reina

La recomposición del Gabinete muestra anticipadamente que en esta contrición, el Presidente no es más que “Palabras, palabras, palabras”, otro bolero

¿A quien nombró, por ejemplo, Ministro de Agricultura? A Rubén Darío Lizarralde, fundador y presidente de Fedepalma, otra empresa usurpadora de baldíos a los campesinos…

¡Hágame el favor!

¿Infamias ad honorem?

Visiblemente furioso, el columnista de El Espectador, Julio César Londoño, propone…

¿Por qué no renuncian a sus sueldos oficiales los congresistas, los burócratas, los pseudocientíficos y los policías que atentan contra la seguridad alimentaria del país, y se limitan a vivir sólo de las comisiones que les pagan sus clientes, las multinacionales? ¿O será que perpetran infamias ad honorem?

 Durante milenios –agrega- los americanos hemos cultivado centenares de variedades de excelente maíz; y el trigo de cada día ha alimentado miles de generaciones europeas; y los pueblos asiáticos cultivan el mejor arroz del mundo desde antes de la invención del arado… Y todo se hizo sin el concurso de esas multinacionales que hoy patentan los cereales y el yagé y mañana registrarán el agua y las estrellas. 

Un peso pesado

El periodista Mike Allen, con más de 196 mil seguidores en Twitter, es considerado uno de los líderes con más poder e influencia en el Congreso de Estados Unidos, según investigación adelantada por Dan Amira, para la revista New York y la empresa Twiangulate. En el ranking figura por encima de medios como Wall Streat Journal (WSJ) y la Casa Blanca.

Twitter se ha convertido en un medio clave para la comunicación política, advierte New York, tras señalar que el 97% de los miembros del Congreso ahora tiene una presencia oficial de Twitter.

Allen ha trabajado en numerosas publicaciones, incluyendo The New York Times (NYT) y Time. Es todo un personaje. NYT le escribió un perfil titulado ‘The Man The White House Wakes Up To’ (El hombre al que despierta la Casa Blanca), donde se habla de su obsesión por las noticias y de su caótico escritorio. Confiesa que la era Internet lo liberó de las enormes pilas de papeles amarillentos, ropa, bolsas y deshechos que aparecían de forma amenazante por encima de su cubículo”.

Según ‘Clases de Periodismo’, Allen, de 49 años, fue el primer reportero contratado por los editores fundadores de El Político, y se le considera el padre de ese portal.

A lo largo de su carrera, ha sido conocido como un periodista infaliblemente, justo, rápido y prolífico, con una insaciable necesidad de estar en el centro de la noticia, señaló NYR. Lo peor que se le puede decir a Mike Allen es “No tenemos espacio para la historia’”, señaló Maralee Schwartz, editora de política de The Washington Post que trabajó con él, un hombre que –de acuerdo con sus allegados–trabaja tanto que a veces parece soñoliento.

El periodista especializado en política–fuente de medios de diversas partes del mundo como The Guardian, también sigue más de 60 mil cuentas entre organizaciones de noticias, políticos, expertos, colegas y tuiteros. ¿Un exceso? Pues sí. Pero Allen se las arregla para siempre saber, para siempre estar.