TU DUDA Y LA MIA

TU DUDA Y LA MIA

Condenado Maza Márquez

¿Podemos cerrar la investigación? ¿Están todos los que son y son todos los que están juzgados y condenados, o quedan fichas sueltas?...

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GALAN SARMIENTO: LA DUDA METÓDICA
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Octavio Quintero
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Director Grupo Editorial El Satélite (GES)
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Referencia: Magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento, 18 de agosto de 1989
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La abundante divulgación que al cabo de estos 26 años se ha producido alrededor del magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento (1943-1989), el fundador del Nuevo Liberalismo, quien estaba a un paso de la Presidencia al momento de su crimen, permite a cualquier colombiano de mediana cultura responder, si fuere el caso, que el crimen fue ordenado por Pablo Escobar. No le pregunten por qué, pero seguro está de que fue el capo de todos los capos: ¡póngale la firma!
 
¿Sabe usted quién indujo a Escobar a ordenar el asesinato de Galán?, quizás pudiera ser la siguiente pregunta, y en muy buen porcentaje los colombianos responderían que Santofimio; tal vez, no se acuerden de su nombre pero su apellido, asociado además a una fulgurante carrera política, les resulta inolvidable.
 
Como hace años, también se tenía vinculado al proceso al general Maza Márquez, podría nuestro desprevenido encuestado respondernos que este exdirector del DAS tuvo algo que ver en el crimen, es decir, su nombre no le sería extraño, y sin mucho esfuerzo mental, podría hasta citar el cargo principal que se le imputa en el magnicidio del último líder político de importancia y credibilidad que tuvo Colombia: el cambio de sus escoltas semanas antes del crimen.
 
Más atrás, haciendo un poco de memoria, podría también el desprevenido colombiano recordar que un tal Hazbum, estuvo preso varios años, acusado del crimen de Galán, al cabo de los cuales pudo demostrar que era inocente.
 
Y pare de contar. De ahí en adelante, nuestro colombiano promedio no podría agregar mayor cosa que fuera novedosa a la historia ya conocida, y al cabo de tanto tiempo, ni le interesa. Acostumbrado a olvidar, para poder vivir, el colombiano promedio desconectó su amígdala cerebral del sistema emocional. Los sucesos más horribles e impresionantes suelen impactarlo de momento pero, al poco tiempo se disipan, se desvanecen como un relámpago fugaz.
 
Dentro del expediente del general Maza Márquez, hay un alegato en favor de su presunta inocencia que podría recordarse ahora como una duda enorme que escapa al sentido común: ¿Cómo hizo Pablo Escobar, enemigo acérrimo también de Maza Márquez, para convencerle que debilitara su guardia personal para facilitarle el crimen?
 
Porque, también ese colombiano promedio al que estamos apelando como testigo de la lógica, recuerda el horrible atentado al DAS, en la época en que era dirigido por Maza Márquez, un atentado que tampoco nadie duda que fue ordenado por Escobar y que si no acabó con la vida del jefe del DAS fue de puro milagro.
 
¿Bueno, si no fue Escobar quien le convenció, entonces quién? ¿Santofimio, que tenía acceso al oído de Escobar y de Maza Márquez, quien logró poner a dos archienemigos a muerte (literalmente hablando), de acuerdo en un crimen compartido?
 
Nadie ha hablado de tal hipótesis. Solo se teje la versión –por testigos, porque tampoco hay prueba directa—que Santofimio instaba constantemente a Escobar a sacar del camino a Galán con su fuerte discurso moralista y de exterminio al narcotráfico. Pero por ningún lado se ha insinuado que, al mismo tiempo, sirviera de consueta a Maza Márquez para que debilitara su guardia con el fin de garantizar el éxito del atentado.
 
No, la lógica natural dice que no. La razón dice que alguien más arriba del poder terrorífico de  Escobar; alguien más arriba de Santofimio y su poder político; alguien con más poder de logística que Maza Márquez, y tal vez, con más poder que los tres juntos, quería borrar del mapa a Galán…
 
Es el mismo alguien que determinó el crimen de Gaitán y poco después el de Guadalupe Salcedo, y mucho más atrás el de Uribe Uribe; y más adelante decidió robarle la presidencia a Rojas Pinilla (1970) y borrar del mapa a la Unión Patriótica; es el mismo alguien que está detrás de los crímenes de Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Manuel Cepeda y hasta Gómez Hurtado… Todo adversario del status quo le resulta incómodo a este asesino en serie y a la sombra, adicto al crimen de líderes comunales y de derechos humanos; es el mismo que pone y quita presidentes; el mismo que montó en Colombia el negocio del narcotráfico como un pesado INRI que no le deja chance de autodeterminación.
 
Pongámosle el nombre que se nos ocurra de momento; llamémosle como a cada quien se le ocurra. Mientras no le desenmascaremos públicamente; mientras no le cortemos el permanente jaque que nos juega con sus alfiles; mientras le toleremos su injerencia imperial en nuestros destinos, seguiremos viendo entrar en desgracia y rodar la sangre, si fuere el caso, de nuestros más preclaros dirigentes sociales a todo nivel.
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Fin de folio.- ¿Cree usted que encaja en este tétrico cuadro el nuevo exterminio que se ha decretado sobre la base popular de líderes comunales y defensores de derechos humanos? Van más de 50 este año, y así fue que empezaron con la Unión Patriótica.