TODOS QUEREMOS LA PAZ:

TODOS QUEREMOS LA PAZ:

YO, TÚ, ÉL, NOS, VOS, ELLOS

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Opinión Octavio Quintero/El Satélite

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Diego Soto, un connotado pregonero político, vinculado a las redes sociales en las que también gira este medio informativo, tuvo a bien hacer público su respaldo a la paz y dice, a renglón seguido:
 
“Respaldo la paz por eso votaré SI en el referendo (SIC), votaré contra la posición guerrerista del NO de Álvaro Uribe Vélez. Eso no significa que apoye la política neoliberal de Juan Manuel Santos. Invito a votar SI y al mismo tiempo enfrentar en las calles y en todos los escenarios las políticas que atentan contra el pueblo y la nación colombiana”.
 
Vale la pena hacer algunas precisiones sobre la posición hecha pública por el apreciado pregonero social:
 
1).- De entrada el texto tiene una carga emotiva de profundidad: “Respaldo la paz (y) por eso votaré SÍ en el referendo…”.
¿O sea que los que voten NO, no respaldan la paz? Muy discutible la frase que, por demás, sigue los lineamientos generales de la polaridad que desde la pasada campaña reeleccionista le dio Santos cuando dijo que de su reelección dependía la guerra o la paz en Colombia.
 
2).- No es referendo lo que se va a poner a consideración del pueblo sino plebiscito que, entre uno y otro, hay un mundo jurídico de diferencia. El referendo es un mecanismo legislativo que sustituye transitoriamente al Congreso y, por tanto, sus decisiones son vinculantes. El plebiscito es el mecanismo a disposición directa del Presidente de la República que lo convoca para que el pueblo le apruebe o niega una decisión suya ya tomada, es decir, sobre hechos ya cumplidos.
 
3).- Hay connotados juristas que no están apoyando el procedimiento jurídico seguido por el presidente Santos para blindar los acuerdos logrados con las Farc-Ep en La Habana. Esos Connotados juristas que han destapado sus cartas en los medios de comunicación, son declaradamente antiuribistas, luego, también resulta un pecado de generalización, tal vez premeditado, decir que el NO al plebiscito es un tácito respaldo a la posición guerrerista del expresidente Uribe.
 
4).- Respaldar la paz de Santos y al mismo tiempo llamar al pueblo a “enfrentar en las calles y en todos los escenarios las políticas que atentan contra el pueblo y la nación colombiana” indica, ni más ni menos, que este gobierno se ha aprovechado de tan noble fin, hasta convertirlo en un embeleco político, para profundizar el modelo neoliberal que lo identifica al calco con el expresidente Uribe. No fue el primero en desviar la atención del pueblo para asestarle el golpe de gracia social. El mismo César Gaviria (1990-1994), al decir de su ministro de Hacienda, Rudolf Hommes, se valió de un instrumento superior, la Constituyente, para distraer al pueblo mientras le metía su histórico “Revolcón”. 25 años después, qué caro hemos pagado el revolcón; y lo que nos falta…
Al amigo Diego Soto, le envié la nota que titulé: “Mi respuesta a un pregonero social”, pues, consideré que si él hizo pública su decisión en las redes sociales por las que también yo circulo, era mi deber precisarle estos siguientes puntos:
1) “Esa es la tormenta perfecta producida por Santos al ponernos a sostener su agresivo gobierno en todos los frentes de la cotidianeidad nacional, a cambio de desaparecernos de la faz de Colombia el ícono Farc-Ep, en cuyo proceso se viola la constitución nacional en la forma más descarada al lograr, por el mismo chantaje de la paz, que la mesa de La Habana haya asumido un rol de “constituyente”; lograr igualmente que el Congreso lo invista de facultades extraordinarias para legislar como cualquier dictador, y que las Corte Constitucional quede con las manos atadas para examinar la juridicidad de sus imperiales decretos… Todo lo anterior, aislando al pueblo de su poder natural de decidir el qué y el cómo de la paz, limitándolo tan solo a decir SI o NO en plebiscito (no referendo) que, por lo demás, también está traído de los cabellos al escenario jurídico de las consultas populares.
 
2) “Yo también quiero la paz, y por supuesto, la desaparición de las Farc a cuyo título llevamos tres gobiernos seguidos: Pastrana, Uribe y Santos, unos echando lengua y otros echando balas, y ninguno haciendo algo por redimir las profundas diferencias políticas, económicos y sociales que separan al pueblo colombiano del inicuo poder establecido.
 
“Me permito hacerte el presente comentario, sin el menor ánimo de influir en tu decisión, pero en la manifiesta intención de dejarte ver cuán alto precio vamos a pagar por borrar del escenario político la sigla de las Farc-Ep porque, en todo lo demás, la élite que nos gobierna, sobre todo desde Gaviria en adelante, no son más que huevos de la misma serpiente, de los cuales todavía falta por reventar unos cuantos, o muchos otros, según el abrigo que a título de esperanzas como la paz de Santos, les sigamos prodigando a los nonatos Vargas Lleras, por ejemplo.
 
“Yo abrigo la esperanza de que haya una mejor manera de alcanzar la paz. Asunto de tanta monta no puede traerse de los cabellos, dejando en el camino los mojones de una probable violencia que se etiquetará con otro nombre distinto a Farc-Ep, porque aquí, en este proceso, estamos recogiendo apenas los actores de unos dramas sociales que siguen puestos en escena·. 
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Con un cordial saludo
Octavio Quintero