TODO MUCHO, DAÑA

TODO MUCHO, DAÑA

La paloma: 

de símbolo a plaga

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Lo que abunda, sí daña, sería la variante hoy de la vieja frase usada popularmente en sentido contrario: “lo que abunda no daña…”, que, al parecer, al abreviarla en nuestro medio, le cortaron la mitad: “… cuando no es mal ni cizaña”.

 

Redacción REDGES

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Todo en exceso es nocivo. Piense en lo que quiera y será dañino excederse en el uso: comer, dormir, hacer ejercicio, etc.; lo mismo en el caso de tener: el agua se necesita, pero los inviernos prolongados causan desastres, igual los veranos. Hasta tener mucha plata, causa problemas…

En Cúcuta, hace algunos años, tuvieron que controlar la forestación de árboles NIM, porque descubrieron que producía una enzima altamente tóxica para las aves y los insectos. Y en San Martín, Meta, también tuvieron que controlar los ficus públicos, porque sus profundas raíces estaban destrozando los cimientos de las casas y edificaciones y la infraestructura sanitaria urbana.

 

La plaga de las palomas

Otro dicho, lo enseña mejor: todo en exceso es malo, y tal parece ser lo que está pasando con las palomas, esa apacible ave que abunda en todos los parques públicos de todas las ciudades del mundo, hasta en la Plaza de San Pedro, al frente del papa, que le dio nombre, inclusive, a una variedad: la paloma romana, es hoy en día un problema de salud pública. El símbolo por excelencia de paz, elevado a imagen icónica del Espíritu Santo, es rebautizada con un lapidario sobrenombre: “rata voladora”.

 “El más grave problema es que las palomas no son reconocidas como plaga urbana y, por ello, la gente termina alimentándolas en plazas y calles cuando, por el contrario, nunca se nos ocurriría darle de comer a las ratas”, dice el internauta, Miguel Ángel Mengual, desde Madrid, España.

Es tan simbólico el mensaje de paz y de espiritualidad que encierra la imagen de una paloma que, cuando el alcalde Peñalosa, de Bogotá, habló en agosto del año pasado de “sobrepoblación en la Plaza de Bolívar”, calificándolas de “plaga para la salud pública” medio mundo se le vino encima… No obstante, prohibió a la gente darles alimento. Las redes sociales se incendiaron… Pero, científicamente hablando, es cierto que la dulce paloma, bien que encarne la paz o al mismísimo Espíritu Santo, se ha convertido en una plaga.

Un grupo de biólogos, médicos veterinarios y otros profesionales, llegó a la conclusión de que son portadoras de organismos patógenos y pueden transmitir enfermedades tales como histoplasmosis, ornitosis, salmonelosis y criptococosis. Son, además, hospederos de varios ectoparásitos: Cimex columbarius (chinche del nido de la paloma), Argas relexus (garrapata de paloma), Pseudolynchia canariensis (mosca de la paloma), etc. Hay que concienciar a los ciudadanos en general de que la sobrepoblación deviene en plaga y, como tal, son una amenaza.

 

Evidencias científicas

La histoplasmosis, infección causada por el hongo Histoplasma capsulatum, se desarrolla en el suelo con excretas de aves”. Puede aparecer como una enfermedad respiratoria, tipo influenza leve, y tiene una combinación de síntomas que incluyen: decaimiento, fiebre, dolor en el pecho, tos seca, dolor de cabeza, entre otros.

“La criptococosis, es la infección producida por hongos Cryptococcus neoformans o cryptococcus gattii, que afecta al sistema nervioso central. Habitan en los suelos de los lugares contaminados con excrementos de palomas. Se trasmiten al hombre y otros mamíferos por vías respiratorias.

La psitacosis, infección producida por la bacteria Chamydia Psittaci, responsable de secreciones nasales. Esta enfermedad provoca en el hombre cuadros similares a la neumonía y a la gripe e incluso dolencias digestivas ya que penetra en el organismo a través de las vías respiratorias y se propaga por el torrente sanguíneo para invadir el pulmón, el bazo y el hígado.

La Salmonelosis, infección bacteriana que puede llegar a través de los excrementos de las palomas. El cuadro que provoca en el humano es de fiebre, diarrea, náuseas, vómitos y dolor abdominal.

 

Alveolitis alérgica, es una reacción alérgica, una hipersensibilidad a las plumas y al polvo fecal de las palomas y se produce por una exposición continua de un individuo a estas aves, como los que trabajan en un criadero realizando tareas de limpieza de las casetas. Provoca la inflamación de los alveolos de los pulmones y los síntomas son tos, dificultad para respirar, fiebre y escalofríos. Se puede confundir con un resfriado.

 

Un tema reiterativo

Hace varios años se viene insistiendo en el potencial riesgo para la salud de las palomas urbanas, pero la gente sigue encariñada defendiéndolas de cualquier política que propenda a su control y salubridad, porque ellas también están en riesgo de padecer masivamente enfermedades elevando, de paso, el riesgo humano.

La idílica imagen de palomas revoleteando entorno a una plaza pública se resiste a pasar a la posteridad. En Colombia hay plazas públicas invadidas de palomas al estilo Bogotá que se multiplican con rapidez apoderándose de cualquier recoveco en las fachadas, las canales, los techos y las terrazas de las edificaciones que demandan, por demás, millonarios gastos en la restauración y mantenimiento.

Hay que hacer algo acorde con los derechos de los animales, pero también, acorde con la salubridad pública.

Una acción sería aprovechar los excedentes en poblaciones en riesgo alimentario. Otra, la más práctica, controlar periódicamente la sobrepoblación distribuyéndolas en palomares rurales, siempre con asistencia de las autoridades ambientales.

Otra, el control biológico. En Suba noroccidental, abundan los parques recreativos en medio de urbanizaciones de altos edificios en los que se ven poblaciones de palomas, y nadie se ha quejado, que se sepa. Pues, es que la población está controlada, a su vez, por la mirla sabanera, que también abunda, y se alimenta de los huevos de las palomas.

De momento, la decisión de Peñalosa, es correcta y acorde con lo que se está haciendo en todo el mundo donde la gente ya entendió que todo en exceso, mata.