SUFICIENTE ILUSTRACIÓN

“Perdone mi ignorancia”, dice con frecuencia la gente cuando quiere saber algo. En ese sentido, don Gilberto Jaramillo, de Barranquilla,  era un ignorante, como muchos de nosotros, sobre la persistencia de los arroyos en Barranquilla que se han convertido en azote de la capital del Atlántico, como reiteradamente se puede ver en los noticieros de televisión.

Don Gilberto decidió preguntar sobre el asunto a don Antonio Guihur, el incansable líder de los pensionados que, además, se ha convertido en un excelente comunicador en red social y le dice:

- Me sobrecoge  ver los arroyos y sus consecuencias sobre una parte de la población de Barranquilla.  Desde hace muchos años los periódicos dan cuenta de estos desastres, solo que ahora los puedo ver casi que en vivo y en directo.   Disculpe mi ignorancia sobre el tema, y por eso le pregunto:

¿Son inevitables las consecuencias desastrosas de los arroyos? ¿Será imposible, técnica y económicamente hacer obras civiles  para evitar los daños que causan? Y si existen soluciones viables, ¿por qué no retumban en todo el país las voces de los damnificados que año tras año pierden sus enseres por esta causa? Mis sentimientos de solidaridad con los damnificados legendarios.

Respuesta de Guihur

- Hasta donde sé, por información que he tenido de importantes arquitectos e ingenieros de la ciudad, parece ser que la solución de los arroyos de Barranquilla es casi imposible.  La ciudad está construida sobre un plano inclinado, terminando su parte más baja a orillas del Magdalena… Y ésta es una de las razones por las cuales no se podría construir el alcantarillado pluvial, porque las tuberías terminarían por debajo del río, y  sería la corriente del agua que por gravedad entraría a las tuberías. No existiendo este alcantarillado pluvial, las aguas tienen que  correr sobre las calles y carreras de la ciudad, siempre con dirección al río.

Se han hechos muchos estudios costosísimos pero sin ninguna solución aparente. La situación de estos peligrosos arroyos crece más cada año porque, como se sigue construyendo en la parte alta de la ciudad, en ese plano inclinado, el agua por gravedad se desplaza hacia abajo buscando su desembocadura al Magdalena.

El volumen y fuerza de los arroyos han crecido tanto que ya se desbordan y arrastran a los vehículos parqueados en las vías públicas.

Una situación de mucho peligro es que a veces, cuando llueve en la parte alta, quienes transitan en las partes baja y media, son sorprendidos por los caudalosos arroyos, y en estos casos prácticamente no hay oportunidad de escapar de las fuertes y torrenciales corrientes.

Hace varios años la Alcaldía de Barranquilla prometió instalar un sistema de alarmas en las partes altas que funcionaría automáticamente al llover,  accionando alarmas colocadas en los postes y sitios estratégicos en las partes bajas y medias con el fin de que la ciudadanía pudiera prevenirse. Pero como siempre, los políticos prometen y no cumplen, y lamentablemente todos los años en la época invernal, el ímpetu de los arroyos causa desastres con víctimas fatales e incalculables daños económicos, especialmente vehículos que son arrastrados a veces por imprudencia de los conductores, pero también que son sorprendidos por las crecientes pluviales.