REFLEXIONES AL OSCURO
Hace 33 años (1980), cuando trabajaba en el Inderena (Instituto Nacional de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente), llamábamos “Apocalípticos” a los ecologistas que nos alertaban sobre la forma irresponsable en que veníamos usando y abusando de la Madre Tierra.
Sí, sabíamos que no era correcto pegarle una pedrada a un pájaro o descargar nuestras heces al los ríos; echar un anzuelo al agua o, mejor, un barbasco o taco para pescar más, y más rápido.
Pero… ¿De ahí a que eso fuera algo que conllevara el fin del mundo? ¡Tampoco! Eso era terrorismo de los ecologistas “Apocalípticos”.
¿Existen todavía incrédulos?, o mejor, ¿gente que crea que le están haciendo terrorismo con el fin del mundo por el abuso y mal uso de sus recursos naturales y del medio ambiente?
Puede que no… Pero de lo que sí estoy seguro es que seguimos creyendo que ese fin del mundo está muy lejos, como para ponernos a rezar desde ahora.
Colombia acaba de tener un crecimiento económico del 4.0%, y bate palmas porque se superaron todos los pronósticos. Pero ese crecimiento económico estuvo jalonado por la locomotora minera que invade páramos en busca de oro; envenena las aguas, los ríos y los mares; chupa sangre de las entrañas de la Tierra para que más y más miles de carros expelan sus bióxidos de carbono a la atmósfera, acelerando el calentamiento global y el deshielo polar.
Acá en nuestro medio, en ese sitio donde usted está respirando ahora, a su alrededor se expone la mala educación ecológica que nos rodea. Y no hacemos nada porque… “como no somos los únicos”, es lo que parecemos decirnos a manera de “mal de muchos, consuelo de tontos”…
Somos más de 7.000 millones de seres humanos que diariamente le estamos agregando tóxicos, desperdicios y toda clase de contaminaciones a la Tierra.
¡7.000 millones!
Que queremos salvar la Tierra, pero solo en teoría, porque ni siquiera somos conscientes del daño que causamos cuando arrojamos de costado un celular viejo a la basura.
¡Miren a sus lados!
Las montañas, los ríos, sus laderas y afluentes, ya no son los mismos de hace apenas 10 años; las poblaciones crecen y piden más servicios públicos: agua, luz y transporte; más alimentos…
Este sábado 23 de marzo
Y de aquí en adelante, Si quiere hacer algo más que quejarse del mal trato que le damos a la Madre Tierra, apague la luz o haga algo, cualquier cosa por salvar la Tierra.
Es una cordial invitación de El Satélite, unido a la iniciativa mundial de la Fundación WWF sobre la urgente obligación que tenemos de frenar todos los procesos de contaminación que podamos, y atenuar aquellos que necesariamente producimos en nuestra cotidianeidad.
Seguramente será mucha gente, pero por una sola persona me acompañe esta noche a apagar la luz…
Muchas gracias.
Si usted no lo hace, el mundo no se acabará hoy; pero si lo hace, tampoco se acabará mañana