QUIÉN LE TEME AL VOTO EN BLANCO?

QUIÉN LE TEME AL VOTO EN BLANCO?

El poder para qué, diría Echandía del voto en blanco

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Octavio Quintero

13 de septiembre/15

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Las elecciones que se aproximan en Colombia (domingo, 25 de octubre), se denominan “locales”, porque se trata de la renovación de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles o miembros de juntas administradoras locales, que gobernarán cada uno de los 1.118 municipios y los 32 departamentos del país.
 
Según una cifra tentativa de la Registraduría Nacional, este 25 de octubre los electores tendrán más de 100.000 candidatos para decidir su opción de votar por uno de ellos, abstenerse o votar en blanco.
 
El panorama electoral colombiano, como bien se sabe, lo domina la abstención. Históricamente los abstencionistas siempre han estado arriba del 50 por ciento en todas las elecciones nacionales y locales. En distintas oportunidades se ha intentado elevar la participación electoral y, entonces, se ha hablado del voto obligatorio y del voto en blanco. Sobre el primero, se habló, inclusive, en la última reforma política –sobre equilibrio de poderes--, pero a poco andar, se descartó.
 
El voto en blanco también ha tenido su viacrucis. En 1979 la ley 28 declaró como nulos todos los votos no marcados que aparecieran en las urnas, es decir, en blanco. En 1985, la ley 96 consideró estos votos como válidos para estimar el cociente electoral. En 1993, la ley 84 volvió a declararlo nulo pero, esta vez, lo salvó la Corte Constitucional que declaró inexequible dicha ley y, entonces, se expidió la 163 de 1994 que definió el voto en blanco y lo diferenció del nulo. Pasarían después otros 9 años antes de que se le diera eficiencia jurídica a través del acto legislativo 01 del 2003 que dispone la repetición de elecciones cuando el voto en blanco fuera mayoría absoluta; y a partir del acto legislativo 01 del 2009, la mayoría absoluta se cambia (aparentemente) por mayoría simple, pero este concepto es asunto que tiene larga discusión, no suficientemente esclarecida por las autoridades competentes.
 
El voto en blanco en este 2015, es decir, casi 20 años de haber alcanzado vida jurídica, sigue siendo una opción muy incipiente. La abstención sigue dominando el panorama electoral en evidente muestra de desencanto político, pero no lo suficientemente como para hacer que las cosas cambien.
 
Solo en una oportunidad, en el municipio de Bello, Antioquia, el voto en blanco ha mostrado todo su poder, obligando la repetición de la elección de alcalde en los comicios locales del 2011. Es su resultado más significativo. En cuanto a expectativas del momento, el voto en blanco parece llegar a su plena madurez en Manizales, pues, según la encuesta del Centro Nacional de Consultoría para CM&, va por delante de todos los candidatos.
 
Valía la pena llegar hasta aquí para redondear una posición dialéctica –no política—sobre el voto en blanco, y es que, no parece viable que del voto el blanco se pueda pregonar una actitud nacional de rechazo a la clase política, y menos en elecciones locales, pues, si bien va ganando en Manizales, en Barranquilla, por ejemplo, en donde hay tantos problemas –desencanto—con los candidatos, el más cuestionado jurídicamente de todos, inclusive con sanciones disciplinarias a cuestas, el señor Alex Char, tiene una cauda electoral que le deja sin contendor a la vista.
 
Es decir, en elecciones locales, en donde la “parrilla” política le ofrece al elector más de 100.000 candidatos, pregonar el voto en blanco en términos generales, es ladrarle a la luna. Cada uno de los 1.118 municipios y los 32 departamentos tendrán sus motivos para votar por algunos de los candidatos en disputa o votar en blanco; y así mismo con respecto a las asambleas y concejos…
 
No se discute aquí el portento de poder electoral que resulta ser el voto en blanco. Por algo será que ha sido y es tan temido por la clase política, a la que se le coló, como quedó visto atrás, en el ordenamiento legal y, ahora, en el ordenamiento constitucional con  eficiencia jurídica en virtud de la sentencia C-490 de 2011, que declaró el voto en blanco como una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector. Como consecuencia de este reconocimiento la Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular.
 
Mientras la gente siga creyendo que votar en blanco o no votar es lo mismo, el panorama político nacional y local seguirá dominado por la abstención, y dentro de este fenómeno electoral, los mismos con las mismas, seguirán recurriendo a toda suerte de artilugios =ardid o maña, para mantenerse en el poder.