¿QUÉ VAMOS A HACER?

¿QUÉ VAMOS A HACER?

HAY QUE ACABAR CON LA REELECCIÓN, Y NADA MÁS...

(Octavio Quintero, 19 de junio del 2014)
--
Lo que llamamos institucionalidad en Colombia, no salió bien librada de la pasada elección presidencial, aunque una abrumadora mayoría de dicha institucionalidad sostenga lo contrario, con el buen fin de legitimar la reelección del presidente Santos; y es de advertir de entrada que si hubiese ganado Zuluaga, la desinstitucionalidad por la que atraviesa el país hubiera sido igual, o peor, tal como se afirmaba en el fragor de la campaña.
Un candidato-presidente que para su reelección tiene que acudir a tan delgadas líneas entre lo legal e ilegal; a caminos de atajo y vivezas de toda índole, es obvio que contribuye a la desinstitucionalidad nacional, y es ahí donde está lo perverso de la reelección presidencial en Colombia, tal como quedó concebida dentro de una constitución hecha en sus pesos y contrapesos para la no reelección.
Esa fue una fractura constitucional que empezó, inclusive, a llevarse por delante la misma credibilidad de la Corte Constitucional que la avaló, a pesar la forma probadamente ilegal en que se introdujo.
Llorar sobre la leche derramada nada resuelve, pero sirve de consuelo pensar cuántos problemas le hubiera evitado al país la Corte Constitucional si hubiera declarado inexequible ese acto legislativo 02 del 2004, aunque el todopoderoso presidente Uribe se hubiera enojado un poco.
Pero bueno, ahora vamos a dar el paso atrás, y lo mejor sería restituir solo “el articulito” de la no reelección, porque lo que se preanuncia  como reforma política, no deja de ser azaroso, al menos en la misma proporción de lo que se piensa enmendar.
Y la observación es muy fácil de sustentar: si la constitución del ’91 fue diseñada en torno a un periodo presidencial de 4 años, con no reelección, cualquier modificación que se haga en torno a esto afecta la medula de la carta política.
Es el caso de la propuesta prolongación del periodo presidencial de 5 o 6 años, según cavila el presidente Santos, y nosotros también: ¿prolongar el periodo presidencial implica también prolongar el periodo del Congreso, junto con gobernadores y alcaldes, asambleas y concejos; Fiscalía, Contraloría y Procuraduría? Porque, si no, quedaríamos en lo mismo; en el desbalance de los pesos y contrapesos que equilibran los poderes que rigen el Estado.
Siendo esto sustancial, no menos importante es ver si se elimina lo que llaman circunscripción nacional que ha dejado sin representación senatorial a muchas regiones del país, precisamente las más atrasadas y que, por ende, necesitan con más prelación sus dolientes propios en el Congreso.
Y no se descarte tampoco una revisión de las formas y maneras que equilibran también las conductas de los elegidos con los electores, pues, algo tiene que estar fallando para que tras casi 25 años de haber sido instaurada la revocatoria del mandato, la ciudadanía no haya logrado coronar ninguna, a pesar de los muchos intentos.
Son, por supuesto, observaciones hechas a mano alzada que requieren más detalles para su refinamiento.