PARO CÍVICO NACIONAL

Se silencian los fusiles y se agitan los ánimos. En perfecta paradoja, en Colombia no se habla sino de paz en medio de una profunda inconformidad social

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Octavio Quintero

Domingo 03 de enero/16

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Se está conformando en Colombia hacia los primeros meses de este nuevo año una paradoja sin igual, como sería la firma de un tratado de paz entre las Farc y el gobierno nacional en medio de un evidente agite social que se alimenta de promesas incumplidas de un gobierno que piensa que se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.
 
El inventario de engaños del gobierno Santos sería extenso. Prácticamente, en lo social, nada le ha resultado, aunque mediante maquillaje de estadísticas se diga lo contrario en temas como generación de empleo, reducción de la pobreza y las desigualdades…
 
El problema de la salud sigue siendo aberrante, al punto que ya las informaciones pueden dar cuenta de alguna EPS que multan diciendo que por su culpa murieron más de 100 pacientes, y esta macabra evidencia no es más que la punta del iceberg de un modelo que seguramente ha matado más gente y en menos tiempo que las Farc, el ELN y el M-19 juntos. Y el gobierno persiste en un modelo, no solo antisocial sino ladrón. Y la cura que emprende es la liquidación de EPS colapsadas como SaludCoop y Caprecom que no son más que el resultado del modelo. Es como si uno pretendiera que dos y dos no fueran cuatro y en entonces lo cambiara por tres más uno…
 
Los problemas derivados de la política agraria, ahí están, agravados con el tiempo y el incumplimiento de promesas hechas tan solo para superar un paro que le estaba envolatando la reelección. Una vez desactivado el movimiento, el gobierno la emprende nuevamente contra los campesinos y la prueba es ZIDRES (Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Rural), esa macabra concepción legislativa que le permitirá al gobierno nacional entregarle en concesión permanente cualquier cantidad de baldíos a las empresas multinacionales para que la agroindustria siga arrasando con la alimentación estratégica que debe protegerse por cuestiones de soberanía nacional.
 
Sobre política laboral, también se acumulan incumplimientos que pasarían cuenta de cobro en un eventual paro cívico nacional, como del que se viene hablando en este principio de año, pues, los trabajadores activos siguen esperando la revisión de la norma que prolongó el día laboral de 6:00 de la mañana a 10:00 de la noche arrebatándoles 4 horas nocturnas; y los pensionados la reducción del aporte obligatorio a salud del 12 al 4 por ciento y la nivelación de sus reajustes anuales con el salario mínimo y no con la inflación.
 
Cuentas pendientes también se tienen con los transportadores y con los estudiantes; con la rama judicial y con los educadores y así, sucesivamente, “a cada santo una vela”.
 
Y se viene lo más duro de la destorcida económica que coge al país con las manos arriba y los pantalones abajo: 3,6% de déficit fiscal; 7% de déficit en cuenta corriente; un presupuesto desbalanceado; el desempleo retornando a dos dígitos; inflación arriba del 7%; una devaluación escandalosa, caída en las exportaciones e importaciones, crecimiento de la deuda externa y, sobre todo, el presidente Santos con  el sol a las espaldas.
 
¿Cómo puede presentarse un país en paz en medio de semejante desbarajuste económico y social? Bueno, los mejores deseos porque así sea aunque, a decir verdad, parezca imposible.