PARADOJAS DE LA VIDA

PARADOJAS DE LA VIDA

Octavio Quintero/El Satélite-Director

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Cuando el procurador Alejandro Ordoñez sancionó al entonces alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, estaba en el esplendor de su poder como jefe del Ministerio Público; y el alcalde, a su vez, en el esplendor de su Bogotá Humana: la lucha fue titánica…
 
Al cabo de estos cuatro años, Petro logró terminar en la primera silla del Liévano su mandato popular; pero ¡ojo! que el caso no se ha cerrado.
 
En un corto paréntesis, miremos las vueltas que da la vida, en el caso del procurador…
 
Políticamente, a la reelección de Santos en el 2014, le servía más el báculo de Petro que el de Ordoñez, éste, ya visiblemente inclinado hacia Uribe. El péndulo de Santos (porque Santos es un péndulo), se recargó hacia Petro y, por ende, se fue distanciando de Ordoñez.
 
La maquinaria político-jurídica, engrasada por Santos, logró restituir a Petro al cargo, acogiendo la protección que la Comisión Interamericana de Derechos humanos le había extendido, y que Santos había desechado en principio, cuando firmó el decreto de la destitución.
 
El hecho nuevo es que hoy, ambos (Ordoñez y Petro), tienen sus cabezas pendiendo de un hilo que va a reventarse en estos días en el Consejo de Estado (CE). El procurador puede terminar abruptamente su periodo, en caso de que el CE declare nula la reelección que logró en el 2012 con el claro apoyo del gobierno, pues, no solo ternó una anodina figura que no le hiciera cosquillas al todopoderoso, sino que las bancadas de la Unidad Nacional: liberal, conservadora, U y Cambio Radical, votaron al unísono la reelección de Ordoñez.
 
Para volver a hoy, el caso es distinto: Ordoñez viene a ser, parafraseando a Santos, el nuevo peor enemigo que tiene, después del expresidente Uribe. Quizás, la maquinaria político-jurídica, engrasada por Santos, ya haya encontrado argumentos válidos o no (en este país da lo mismo ocho que ochenta), para anular la reelección de Ordoñez, sacándolo de la Procuraduría por la puerta de atrás hacia la candidatura presidencial con vistas al 2018…
 
Haciendo un poco de futurología, quizás esta distancia con Santos le convenga más al precandidato Ordoñez ya que, en el 2018, podría apostarse uno a mil, que cualquier candidato resultará elegido Presidente, menos el candidato de Santos… Así de simple es la aversión que le tiene el pueblo a este gobernante que durante su mandato no ha dicho una sola verdad de frente porque, si no, se hubiera puesto colorado.
 
Volviendo a Petro, ya no cuenta ni con el balcón aquel del Liévano, ni con el Canal Capital, ni menos con Santos a quien, dese por seguro, le importa un pito su suerte política.
 
Es probable que el Consejo de Estado avale la tesis de la Procuraduría cuando lo destituyó por violar el sagrado principio de la libre competencia, nada más ni menos, que el primer principio del neoliberalismo, salvo que el CE esté dispuesto a cambiar su jurisprudencia al respecto, argumentando, por ejemplo, que un funcionario público de elección popular no puede ser destituido por un simple acto administrativo, sino mediante  sentencia de juez competente, y dentro de un riguroso y debido proceso (¡Aleluya!).
 
Tanto Ordoñez como Petro, deben estar hoy desojando la margarita: “me quiere – no me quiere”; y, de pronto, los dos terminan coronados, pero de vigorosos cuernos…
 
Y es ahí en donde habría que sacar bola de cristal para adivinar hacia dónde irán a terminar los dos: para el establecimiento, ¿qué sería mejor: una candidatura presidencial de Ordoñez o de Petro?; o de ambos, por qué no. “Averígüelo Vargas”: el que la cogió, la cogió.