NI TANTO HONOR NI TANTA INDIGNIDAD

NI TANTO HONOR NI TANTA INDIGNIDAD

¿Todos los ambientalistas son farianos? “Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no le alumbre”

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Octavio Quintero

01/05/15

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Este tema de las negociaciones de paz con las Farc se nos atraviesa en todo. Ahora vamos a terminar de “farianos” todos los que venimos cuestionando las fumigaciones aéreas de coca con glifosato, el veneno producido por Monsanto, que no se utiliza sino en Colombia.
Ciertamente, las Farc tienen como punto de negociación en la agenda de paz que se discute en la Habana,  la suspensión de las fumigaciones aéreas de coca con glifosato y, seguramente, no por razones de salud, que eso a ellos les importa un pito, sino por intereses económicos, pues, también han admitido que por cuestiones de finanzas trafican con cocaína.
Pero, la diligente solicitud del ministro de Salud para que se suspendan las fumigaciones, podría también cuestionarse que se deba a un afán por preservar la salud de los colombianos. Si fuera así, ya algo se hubiera hecho con ese modelo criminal de las EPS.
Que el gobierno proponga y el procurador se oponga, es lo normal. Lo que está resultando anormal es que, en el fragor de esta lucha, que no es ideológica sino de intereses partidistas, todo vaya quedando reducido a una supuesta exigencia de las Farc que, Santos, en el supuesto afán de montar el modelo “castro-chavista” en Colombia (¡qué ridiculez!), les concede.
Todos los que se hayan leído, tan solo superficialmente, la agenda de las negociaciones de paz en la Habana, coinciden, sin mucho esfuerzo mental, que se trata de un planteamiento socioeconómico de estirpe socialista…
Ahí está la propuesta de una reforma agraria que el país necesita, no porque las Farc lo pidan sino porque la redistribución de la tierra es un enfoque social incuestionable, aún, en el mundo capitalista que grava, y de qué manera, la concentración de la propiedad.
Y así por el estilo… Por eso, se acepta ya, sin discusión, que una cosa es negociar la paz con las Farc en el Habana y otra es echar a andar el proceso. “La paz (como decimos en El Satélite), no depende ni de ti ni de mi sino de las circunstancias”.
Un par de conclusiones podrían ponerse como punto final de esta reflexión: 1). Si el gobierno tuviera afán de proteger la salud de los colombianos, hace rato, mucho rato, debió haber prohibido las fumigaciones aéreas con glifosato y, 2). Si el gobierno quiere la paz en Colombia, hace rato, mucho rato, debió haber avanzado en esa agenda de la Habana que la estamos discutiendo desde mucho antes de que aparecieran las Farc.

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