MURIÉNDOSE DE SED JUNTO A LA FUENTE

MURIÉNDOSE DE SED JUNTO A LA FUENTE

La burocracia deja crecer problemas que luego acude a solucionar con protagonismos y escenas que resultan teatrales, fingiendo generosidad y voluntad para resolver lo que bien pudo evitarse a tiempo.

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Osvaldo del Castillo

(Presidente de la Asociación de Ingeniería Química del Atlántico)

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Foto: sequía en el lago del Cisne (tomada de El Tiempo)

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¿Pero, de cuál escasez de agua hablamos en el departamento del Atlántico, si es considerado privilegiado por tener varias subzonas hidrográficas que integran su pequeña geografía y que bañan a 22 municipios y el distrito especial, industrial y portuario de Barranquilla?
La pregunta está formulada en el análisis hecho por el presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Química (capítulo de Barranquilla), Osvaldo del Castillo, quien afirma que toda la dramática sequía que se registra actualmente en esta capital del Atlántico, así como en Santa Marta, Yopal y la Guajira, es fruto de la falta de previsión.
“No es cierto que no tengamos de dónde obtener agua por culpa del Niño o de la Niña, máxime cuando hoy en día existe tanta tecnología que nos permite aprovechar los caudales de los ríos, humedales, ciénagas, pozos y la misma agua del mar Caribe con los tratamientos fisicoquímicos convencionales”, afirma el Ing. Del Castillo y, a mano alzada, hace este inventario:
1. La subzona del río Magdalena con 107.851 Km a lo largo del departamento del Atlántico, que incluye el complejo de humedales y ciénagas de La Bahía, Malambo, El Convento, Sabanagrande, Santo Tomás, Luisa, Manatí, El Paraíso y El Uvero.
2. La subzona del Canal del Dique con un tramo de 32 Km, que cubren los municipios de Santa Lucía, Manatí, Suan, Candelaria, Sabanalarga, Luruaco, y Repelón.
3. El Embalse del Guájaro, con influencia en Repelón, Manatí y Sabanalarga.
4. La ciénaga de Luruaco, la ciénaga de Tocagua y la del Totumo…
“Fuentes de agua que, dicho sea de paso, no se han protegido y se encuentran contaminados con detritos y residuos de plaguicidas y fertilizantes que al ser aplicados en exceso en los cultivos, son arrastrados por las escorrentías cuando llueve generando en ellos eutrofización, acabando con el oxigeno disuelto, disminuyendo su biótica y reduciendo de paso su espejo y caudal de agua, como sucede con el Lago del Cisne”, agrega.

Vea el informe completo en este enlace: