MEMORIAS MÍAS

MEMORIAS MÍAS

Octavio Quintero/Director El Satélite

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Corría el año de 1982. Trabajaba en el Incora como jefe de la Oficina de Comunicaciones. Era gerente, Ernesto Muñoz (agrónomo). Presidente, Belisario Betancur.
 
Íbamos de pueblo en pueblo, especialmente en zonas de violencia armada, en busca de familias campesinas para reubicarlas en fértiles tierras “incoradas” (así se decía entonces a las fincas adquiridas con dineros públicos).
Recorrimos todo el Caquetá que por entonces era la meca de la guerrilla (y aún hoy en día).
En la Costa Atlántica, el Incora tenía hermosas y fértiles tierras en la Mojana (departamento de Sucre). Allí llegaron del Caquetá algunos guerrilleros, supuestamente en busca de nuevos horizontes familiares, y el Incora les prodigó abrigo.
Yo me retiré del Incora. Volví al periodismo activo. Por entonces, la Costa Atlántica estaba libre de guerrilla. A partir de ese ensayo del Incora (reinsertar familias campesinas de zonas de conflicto en zonas pacíficas), empezamos los periodistas a saber del florecimiento de la guerrilla en la Costa Atlántica.
Todavía hoy me preguntó si fue la semilla guerrillera del Caquetá, reubicada por el Incora, que se regó en la Costa. A lo mejor sí; a lo mejor no. Pero la coincidencia es macabra, como macabro es también que haya sido en la costa Atlántica, precisamente, donde floreció con exuberancia el paramilitarismo. ¿Cuántos alzados en armas son a veces  guerrilleros  y luego, simples forajidos? Cuando la lucha armada deja de ser ideológica y se plaga de mercenarios, ya el patrón es el mejor postor.
¿Qué semejanza tiene ese ensayo de 1982 con las 23 veredas donde se asentarán los guerrilleros de las Farc por 180 días en procura de avanzar en su resocialización? ¿Todos estarán alineados con la paz? ¿Algunos sentirán la necesidad de seguir haciendo lo mejor y único que sabían hacer en la clandestinidad?
Crucemos los dedos porque ahora, con el tiempo, no vayamos a estar regando semillas de guerrilleros en zonas libres de subversión que eclosionarán en el futuro, quizás con otros nombres, pero los mismos propósitos: extorsionar, secuestrar y matar, ya no en nombre de una ideología sino al servicio del narcotráfico porque éste, por más que se refuerce la lucha con efectivos de las Farc, como tienen previsto, no desaparecerá mientras siga siendo el negocio más lucrativo del mundo, gracias a lo prohibido.
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Fin de folio.- Los críticos jurídicos del acuerdo de paz Gobierno-Farc, a lo único que nos oponemos es a que se ahorque la Constitución; se castre al Congreso y se le aten las manos a la justicia, en aras de la paz. Tiene que haber otra forma legal de hacer las cosas, especialmente cosa tan importante como la paz.