'MADE IN' URIBE

'MADE IN' URIBE

Octavio Quintero

Director El Satélite

(02/06/16)

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Colombia es un caso sencillamente muy particular. El dicho dice que “quien no conoce la historia está obligado a repetirla”… Y en Colombia parece decirse que quien conoce la historia tiene excusa para repetirla.
De tiempo atrás se hablaba del “espejo retrovisor” como una mala práctica de gobernar. Y aunque nunca se pudo corregir la manía, al menos la censura pública contuvo en buena parte a los sucesivos gobernantes… hasta el 2010: el Presidente, el gobierno y los más connotados columnistas; y detrás, todos nosotros, vivimos constantemente referenciados al gobierno de Uribe.
Si la referencia se aplicara para corregir (para no repetir la historia, como dice el dicho), vaya y venga; pero no: la referencia se toma como excusa para decir algo así como lo que dijo el propio presidente Santos intentando justificar la actuación de su gobierno en el escandaloso caso de Reficar: “El origen, el pecado original de todo esto, sucedió en el gobierno anterior. Eso no tiene que ver con mi gobierno”.
Ahora que se califica de “golpe de Estado blando” el trámite del acto legislativo por la paz que le otorga poderes especiales al Presidente para implementar los acuerdos con las Farc-EP, entonces se justifica el hecho mirando la forma delictiva como se tramitó en el Congreso la reelección de Uribe; delito avalado por la Corte Constitucional que, una vez plenamente establecido el cohecho en sus dos partes, se abstuvo de declarar nulas la reelección de Uribe y también la de Santos, tal como lo demandó y sustentó plenamente el exmagistrado Jaime Araujo Rentería.
Atreverse ahora a denunciar que el presidente Santos “compró conciencias” para que el Congreso le probara ese acto legislativo, es llevarse una vaciada como la que le pegó la representante Angélica Lozano (Verde) a su colega Álvaro Hernán Prada (Centro Democrático), quien insinuó “compra de conciencias” en la Cámara.
Una denuncia de tal magnitud –bueno, en un Congreso distinto al nuestro—hubiera dado pábulo a un debate político que le dejara claro a la opinión pública si, en efecto, hay compra de conciencias del gobierno a parlamentarios, o el representante es un soberano mentiroso.
No, todo lo que se le ocurrió a la representante Lozano fue recordar que los Yidis Medina o los Teodolindo Avendaño solo aparecieron en el gobierno de Álvaro Uribe para aprobar la reelección. “Tu presidente fue quien trajo a este recinto a los paramilitares”, dijo al borde de la histeria, como se pudo apreciar en las pantallas de la TV.
Y sanseacabó: si es cierto que hubo compra de conciencias, eso no tiene importancia porque en el pasado gobierno también hubo; si es cierto que el acto legislativo por la paz nos lleva a un gobierno dictatorial, eso tampoco tiene importancia porque la reelección de Uribe fue algo similar; si se robaron 15 billones de pesos en Reficar, eso no tiene importancia porque el robo se inició en el gobierno de Uribe; si la salud sigue siendo una mercancía, eso no tiene importancia porque fue Uribe el que la mercantilizó… Y así, sucesivamente.
El país ha quedado convertido en un espejo de Uribe, no para corregir sus horrores políticos, económicos y sociales, sino como émulo de atropellos sucesivos en esos mismos campos.
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Fin de folio: Con uno de mis nietos constituimos en la familia el llamado “Departamento de daños irreversibles” con el eslogan de que “no todo está tan malo que no sea susceptible de empeorar”.