LOS QUE GANAN CON LA MASACRE DE PARÍS

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El analista, Mario Serrato, del portal, Actualidad Urbana.com, ha logrado una objetividad ejemplar en su análisis sobre la masacre de París. 

 

No permitamos –dice-- que esta nueva coyuntura, sea aprovechada por el odio, el fanatismo, el interés político y la ambición de los vendedores de armas. No es el momento de confiarles la solución a los intolerantes. A los que siempre ganan con la insidia y la perfidia, a los que llevan más de un siglo vendiéndonos soluciones inútiles.

 

Cada vez que los asesores de seguridad toman el control, expanden su paranoia rentable, con lo que preparan el ambiente para  nuevos  atentados. No busquen más, esos son los personajes que ganan con la masacre de Paris.

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Por Mario Serrato
“Traidor, espía, enemigo de la civilización, apátrida, son algunos de los vocablos que flotan como nubes sobre las cabezas de quienes creemos que es el momento de acercar con mayor firmeza al  mundo musulmán para que de ese acercamiento emerjan las voces de rechazo a las manifestaciones fanáticas de su religión y de la nuestra.”
 
Los derechistas franceses como el viejito Le Pen, no consideran que el semanario masacrado merezca la solidaridad de los franceses debido a que desde sus páginas más de una vez su partido de ultraderecha xenófobo fue objeto de sus ácidas caricaturas.
 
La venerable Francia, hoy agobiada por los fanatismos religiosos, estará muy pronto acosada por los fanatismos políticos.
 
A los actos de muerte y terror de este par de hermanos islamistas deformados, la reacción no se hizo esperar: la líder actual del Frente Nacional, Marie Le Pen, propuso pena de muerte para quienes incurran en actos de violencia similares a los perpetrados en el semanario Charlie Hebdo.
 
Cómo estas propuestas suelen aparecer en momentos de gran incertidumbre e ira social, por lo general vienen  aparejadas con medidas de persecución generalizadas contra el grupo o núcleo humano que el imaginario colectivo considera culpable.
 
Son muy pocos los que tienen el valor de oponerse a las medidas de represión indiscriminada en situaciones como la actual.
 
Traidor, espía, enemigo de la civilización, apátrida, son algunos de los vocablos que flotan como nubes sobre las cabezas de quienes creemos que es el momento de acercar con mayor firmeza al  mundo musulmán para que de ese acercamiento emerjan las voces de rechazo a las manifestaciones fanáticas de su religión y de la nuestra.
 
En ese acercamiento de mutuas tolerancias y fuertes actos de comprensión, están contenidas, antes que en la guerra y la represión, las razones de la convivencia pacífica y la forma de encontrarnos en la diferencia. Y de paso, el único modo cierto de conjurar para siempre estos atentados demenciales.
 
Sin embargo, lo más seguro es que optemos por las medidas de fuerza. Ya veo a los vendedores de armas frotándose las manos en sus arsenales de muerte, mientras envían a los ministerios de defensa de los países europeos, y del mundo entero, a sus visitadores del terror y del miedo a ofrecer sus armas que nunca solucionan nada y que solo producen más terror y más miedo.
 
No me equivoco al pensar que los publicistas de las empresas de la muerte violenta, a los que nunca les llega esa forma de muerte, madrugan a diseñar los nuevos modelos de reacción ante lo que denominan, la “embestida terrorista” del Islam contra Europa.
 
En cada una de sus actos, en cada una de sus razones y propuestas solo aparecen armas letales, cámaras para espiar, aparatos para ubicar y destruir personas, anhelos y esperanzas. Micrófonos que escuchan hasta los sueños y aparatos capaces de destruir civilizaciones enteras.
 
A los derechistas xenófobos y a los vendedores de armas profesionales no les importa la civilización, la cultura o la sociedad, les importa solo que estas se sometan a su forma de concebir la sociedad y que les compren sus productos.
 
Europa debe aprovechar este momento para escapar a las soluciones de guerra. A la alternativa militar. A la expansión de la xenofobia que hace agua la boca a personajes como los Le Pen.
 
En la mañana del 7 de enero de 2015 en Paris, todas las religiones de la tierra fueron puestas en tela de juicio. Hoy más que nunca deben estar dispuestas a sentarse en la mesa de la contrición y el diálogo para que de un abrazo fraterno y eterno surjan las verdaderas soluciones a los conflictos que artificialmente se han creado entre ellas y sus seguidores.
 
No permitamos que esta nueva coyuntura sea aprovechada por el odio, el fanatismo, el interés político y la ambición, siempre mezquina de los vendedores de armas.
 
No es el momento de confiarles la solución a los intolerantes. A los que siempre ganan con la insidia y la perfidia, a los que llevan más de un siglo vendiéndonos soluciones inútiles.
 
Cada vez que los asesores de seguridad toman el control, expanden su paranoia rentable, con lo que preparan el ambiente para  nuevos  atentados. No busquen más, esos son los personajes que ganan con la masacre de Paris.