Lo que faltaba: ¡Censura!

 

Independientemente del incidente que El Satélite ha tenido con el alcalde de Tocancipá en los últimos días, al registrarse una premeditada campaña de desprestigio del mandatario local a este medio en distintos eventos públicos (de lo que se deduce que también en lo privado debe ser tenaz), lo que se registra hoy en otros medios del país (Semana y El Tiempo, por ejemplo), es una escalada de obstáculos, con evidentes amenazas de censura y persecución a la labor de la prensa en Colombia.

“"Una prensa libre, independiente y dinámica es indispensable en toda sociedad", dijo el presidente Santos en rechazo al atentado de que fue víctima un reportero de Semana, coincidiendo el Jefe de Estado con la necesidad de ofrecerle al periodismo condiciones de seguridad sin intimidación, violencia o censura.

Y el general Naranjo, hoy pieza fundamental en la campaña de reelección del presidente Santos, en su columna del pasado domingo 19 de mayo en El Tiempo, recuerda que Colombia ha suscrito en el contexto internacional “un modelo de protección para los líderes de los sectores más vulnerables, y eso incluye a los periodistas”.

Resulta, entonces, un contrasentido que sea el propio mandatario de un municipio (cualquier municipio) quien la emprenda contra un medio de comunicación, simplemente porque no hace parte del séquito que le ensalza lo bueno y le tapa lo malo.

Hemos entrado temprano, por disposición del mismo presidente Santos, a una campaña política que se avizora ardua y dura, de cara a las elecciones presidencial y de Congreso el año entrante y, por coincidencia, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) acaba de señalar que “la cancha donde se juega la democracia es la libertad de expresión”.

Muchos y muy importantes son los apoyos recibidos por El Satélite a raíz de este incidente con el alcalde de Tocancipá: abogados, empresarios, periodistas y todos sus suscriptores… Pero no queremos hacer melodramas con el asunto.

Consideramos que la labor del periodista es informar con la mayor objetividad y opinar libremente con responsabilidad social, sin elevar a noticia o suceso sus desavenencias personales.

En el presente caso que se comenta, la solución es muy sencilla: que el alcalde rectifique sus improperios y agravios contra el periódico y su director y que sigamos nuestro camino, él, en procura de hacer un buen gobierno; y nosotros, en procura de ejercer un buen periodismo, como siempre lo hemos hecho, lo atestiguan los diferentes medios de comunicación en los que hemos ejercido “la profesión más bella del mundo”, en palabras de Albert Camus.