LAS VÍCTIMAS DE SANTOS

LAS VÍCTIMAS DE SANTOS

¿Serán capacer los electores arrepentidos de perdonar a Santos?

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Octavio Quintero (10 de sept/2014)

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Santos es audaz y fuera de eso, de buenas: es una auténtica paradoja política, pues, ganó la primera presidencia de la mano de Uribe y ganó la segunda remando contra Uribe. Es decir, y ya se ha dicho, le debe sus dos presidencias a su mayor contradictor de hoy; y si le suena el cascabel de la Habana, también le deberá el Nobel de Paz al expresidente Uribe ya que, también se dice, fue gracias a la “Seguridad Democrática” que se logró que las Farc, tremendamente debilitadas, se avinieran al diálogo y la negociación.
Su audacia no tiene límites: sorprende hoy las buenas relaciones que tiene con el expresidente Samper a quien intentó tumbar en el fragor del Proceso 8.000; y sorprende más que a un mes de reelegido haya mandado al lugar adecuado al expresidente Gaviria, a quien  en buena parte le debe la refrendación electoral… Sorprende igualmente que ande distanciado de Pastrana a quien le debe mucho su primera elección, pues, si este expresidente no saca su comodín electoral (Noemí Sanín) la consulta la hubiera ganado “Uribito” con lo que el prófugo de hoy sería otro: ¡Adivinen quién! Como sorprendió su declaración de “mejor  buen amigo” que le hizo a Chávez, a quien repudió hasta la última hora de su elección en el 2010, y ni se diga las buenas migas que tiene hoy con el presidente Correa, de Ecuador, país en el que probablemente debiera estar purgando una pena por invasión armada, de no haber salido Presidente.
¿Cree alguien que a un hombre así se le puede creer algo? Pues no, y él lo sabía… Por eso montó la estrategia de la guerra o la paz, y Uribe le hizo el juego elevando a Zuluaga como el principal retador. Y la gente, o al menos la mitad más uno, prefirió al “malo conocido que al bueno (entre comillas) por conocer”. Dese por seguro que si en la segunda vuelta Santos hubiera tenido que enfrentar a cualquiera distinto a Zuluaga (entre comillas  Uribe), hubiera perdido con Marta Lucia, Clara o Peñalosa, cualquiera hubiera sido el elegido, menos Santos.
Por eso, ahora se puede dar el lujo de no cumplir nada: en la práctica la gente no votó por él sino contra Uribe. Santos, como Amado Nervo, podría decirle ahora a sus electores “Estamos en paz”.
De que se quejan los pensionados; de qué los trabajadores activos y el tema de las horas extras; de que se queja la CGT que ahora aparece promoviendo dizque un paro cuando durante cuatro años en los que disfrutó la mermelada del Vice, pasó de agache; de qué se quejan los concejales y de qué los empresarios; de qué se quejan los paisas y las promesas de las billonarias sumas del candidato-presidente; de qué se quejan los costeños con su tormento de Electricaribe; de qué se queja la oposición (el Polo) si su propia candidata presidencial terminó apoyándolo… Para concluir, Santos terminó siendo el Zorro que decía ser Zuluaga.
Y la comedia no ha terminado: Santos no es culpable de nada… Son esos HP ministros de Hacienda, cuando se trate de plata o de tributos; será el de Trabajo, cuando se trate de los pensionados o de las horas extras; será el de Transporte cuando no aparezcan las prometidas obras de infraestructura y, será el Congreso cuando por orden suya, a borbotones de mermelada por delante, niegue los proyectos de paz, equidad y educación, los nuevos ejes de su segunda administración. Será cualquiera, hasta nosotros mismos por tontos, menos él.