LA REVOCATORIA EN FUERA DE LUGAR

La revocatoria es un recurso electoral que se ha puesto a disposición del pueblo para enmendar en un momento dado la elección de un mandatario bajo la percepción, buena o mala, de su administración.
Ninguna otra causal justifica la revocatoria. Luego, si por alguna circunstancia, la respectiva convocatoria hecha por la Registraduría se viere afectada o contaminada de elementos ajenos a la libre expresión ciudadana en este caso específico, la convocatoria debe suspenderse.
El tema viene al caso Petro. Cuando el representante Miguel Gómez inició su expedición política sobre la revocatoria al alcalde de Bogotá, lo hizo argumentando su mala gestión administrativa, destacando, entre otros casos, el problema de las basuras de la capital.
Y en ese mismo acto político, aceptado por la Registraduría tras cumplirse los trámites de rigor, se puede establecer que el problema de las basuras de Bogotá o de cualquier otra ciudad de Colombia o el mundo, es una cuestión de buena o mala gestión administrativa, digamos de política pública, pero nunca, jamás, de un acto de indisciplina, y menos de “gravísima falta” que, de prosperar como concepto disciplinario sujeto a destitución e inhabilidad política, no habría funcionario público capaz de sostenerse en el cargo más de un día.
Tras dilatarse jurídicamente la convocatoria al referendo, de un momento a otro, al producirse el fallo del procurador contra Petro, el tema se despejó y la Registraduría convocó apresuradamente para el 2 de marzo la jornada electoral, en medio de semejante incertidumbre como la que ya se había generado y que, no se requería demasiado esfuerzo mental para intuir que se iba a desbordar en la forma en que el caso Petro se ha salido de madre.
Nadie con razón podría negar que si los bogotanos finalmente son llevados a la consulta este 2 de marzo, van a votar porque Petro se quede o se vaya teniendo como referente su enfrentamiento al procurador, y no su buena o mala gestión como alcalde.
La Registraduría, motu proprio, ante tan evidente distanciamiento del fin de la revocatoria convocada a petición de Gómez y las miles de firmas que logró recoger para respaldar su petición, debiera suspenderla hasta tanto no se resuelva en lo jurídico la destitución e inhabilidad política del alcalde ordenada por la Procuraduría.
No hay que echarle más leña al fuego y adicionarle, también a la revocatoria, algún elemento que luego sirva de pretexto para alguna demanda de su resultado, bien porque haya ganado el Sí o haya ganado el No: en cualquier caso, el elemento distractor así visto, daría pie para que el derrotado cobrara revancha.