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LA RESPONSABILIDAD DE ELEGIR Y SER ELEGIDO
Eh ahí el quid del asunto. Esto no es cosa que termine en una jornada electoral sino que empieza, precisamente, al cabo de una jornada electoral
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Octavio Quintero
(Domingo 21 del 2015)
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El Departamento de Planeación Nacional (DNP) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en Colombia (PNUD), han emprendido una campaña de pedagogía electoral con el fin de lograr en las elecciones locales del próximo 25 de octubre que tanto los elegidos como los electores sean conscientes de sus responsabilidades democráticas en un momento histórico del país: el proceso de paz.
La campaña del DNP y el PNUD se denomina, precisamente, “Orientaciones para la construcción de programas de gobierno, guía de cómo elegir y ser elegido”, entre enero del 2016 y diciembre del 2019, periodo de cuatro años de los gobernadores y alcaldes, concejos, asambleas y juntas administradores que resulten de las próximas elecciones locales.
La guía ya está disponible a todo el mundo, tanto física como digital y, entre otros beneficios, tiene las indicaciones técnicas de cómo elaborar un plan de gobierno para un departamento o municipio, y qué temas podría contemplar, y al tiempo brinda herramientas a la ciudadanía para participar en este proceso de construcción colectiva y poder valorar los programas que luego se convertirán en planes de desarrollo.
Ese es el quid del asunto electoral en estos momentos en Colombia. A pesar de que desde la propia constitución se establece un enlace indisoluble entre lo que se promete en campaña (Plan de Gobierno) y los que se desarrolla como gobernante (Plan de Desarrollo) estos dos asuntos quedan virtualmente divorciados al instante mismo en que el elector vota y el elegido asume el cargo. No sigue, como debiera ser, ningún compromiso del mandatario elegido con lo prometido, ni el elector le reclama a posteriori el cumplimiento de las promesas que sirvieron de estímulo a su elección.
¿Quién tiene la culpa? Unos y otros, sería la respuesta; y aunque podrían argüirse excusas para salvar un tanto al elector, como la corrupción electoral o la manguala gubernamental que se tiene establecida entre los poderes estatales que dificultan o hacen nugatorio el control sociopolítico de los gobernantes, lo cierto es que tampoco la gente, del común y corriente, tiene consciencia de su poder electoral.
Otro caso es el de los grupos de presión, con excepción de las organizaciones sindicales que han venido a menos. Si una central obrera tuviera la misma capacidad de intriga ante el gobierno como la que tiene la ANDI y FENALCO, por ejemplo, otro gallo cataría; y si fueran capaces de unirse como están unidos los empresarios en el Consejo Gremial, el pulso con la manguala gubernamental sería más equilibrado.
Y es por eso, para terminar la reflexión, que los gobiernos tanto en el orden nacional como local, más parecen elegidos por el pueblo para provecho de los intereses particulares que de los intereses públicos.
De todas maneras, ahí les queda la orientación en este documento del PND y el PNUD del que se extracta en esta nota los 9 puntos básicos que debieran debatirse en la presente campaña electoral y que, por supuesto, sirvieran para conformar el Plan de Gobierno inicial y posteriormente el consiguiente Plan de Desarrollo: 1. Construcción de paz; 2. Educación; 3. Superación de la pobreza y la desigualdad; 4. Desarrollo sostenible y gestión ambiental; 5. Género y derechos de las mujeres; 6. Participación ciudadana; 7. Transparencia en la gestión pública; 8. Seguridad y convivencia ciudadana y, 9. Derechos Humanos.
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