LA PRIMAVERA ÁRABE SE ESFUMA

Violeta Yangüela

(v.yanguela@codetel.net.do)

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Jesucristo era laico. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.  Eso dicen que dijo.

Sin embargo, la sociedad Judea-Cristiana tardaría siglos en llegar a romper la alianza en la cual la religión santificaba la política y la política sostenía la religión. A partir de esa ruptura comienza el proceso de lo que llaman modernidad.  La razón ocuparía el eje de la sociedad sustituyendo el lugar de la divinidad. Esa ruptura se explica en la frase del filósofo: “¡Dios ha muerto!”; o en lo que más tarde dijera Charles De Gaulle: “una monarquía electa y   democrática”.

Así llega la transformación de la sociedad en Estado–Nación, regida por sistemas constitucionales en los que las leyes las escriben y son aplicadas por los hombres y para los hombres.  Mejor dicho, por los seres humanos para ser políticamente correcta.

En el mundo del Islam, Alá y su profeta, aún viven a través de su mandato escrito en el Corán que rige la vida política, económica, social, sexual y personal: lo que se come, lo que se viste, lo que se reza, dónde y cómo se reza. No ha habido ningún filósofo ¿o Imán? islámico que se atreva a decir: “¡Alá ha muerto!”.

Durante siglos, chiitas, sunitas, alauitas, ismailes, fatimíes, séptimos, duodécimos; y los más recientes,  Hermanos, Hezbolá, Al Qaeda,  Hamás y todas las demás “franquicias”, se enfrentan por el poder con el Corán y el Profeta como sustancia. En esas naciones, creadas bajo el manto del Profeta, insertadas hoy en la globalidad, aún permanece el conflicto político-religioso-étnico, originado desde su nacimiento. 

La emblemática Palestina lo sintetiza y lo caracteriza.  Dividida entre Hamás y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la que se supone es la única representante del pueblo palestino.  Una en Gaza y otra en Cisjordania. Siria se resquebraja y se  desangra en el conflicto político-religioso.

En la actualidad, la nueva variable de la postmodernidad se enfrenta al conflicto de los grupos tradicionales y no tradicionales y  surgen las  revueltas, protestas y guerras civiles. Con esas protestas llegaron las elecciones. Y con esas elecciones llegó lo que dicen en inglés el wishfull thinking...  Le pusieron nombre: ¡La Primavera Árabe!

Los gobiernos en el Islam, supuestamente laicos, son manejados por dictaduras militares; y los gobiernos divinos, por monarquías y/o ayatolas, y en ese contexto, las elecciones han sido una práctica. Y esa práctica del mundo moderno  no es ajena a los gobiernos dictatoriales.  Eso cuenta la historia.

Saddam Hussein hacía elecciones. Por supuesto, las ganaba casi con el 100% de la votación. En el país de los ayatolas, hacen elecciones. Por supuesto también las gana el designado.

En Egipto hicieron elecciones y sus resultados muestran el mismo conflicto político- religioso. En la actualidad, ese wishfull thinking  de la Primavera, se esfuma.

¿Demócratas en el Islam?