LA PARÁBOLA DEL POLO

LA PARÁBOLA DEL POLO

DE TRAICIÓN EN TRAICIÓN HASTA LA DERROTA FINAL

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La excandidata presidencial, Clara López, abrió nueva herida (¿de muerte?) al POLO. Su respetable decisión de adherir a la campaña reeleccionista de Santos, deja dudas de su sinceridad ideológica.
López cae en la red de la propuesta reeleccionista: “el fin de la guerra o la guerra sin fin” que se le tiene como callejón sin salida a los electores este próximo 15 de junio en donde, según la frase, “el fin de la guerra” sería Santos, y “la guerra sin fin” sería Zuluaga.
En este proceso electoral, la ‘avivatada’ de Santos fue haber metido la paz como bandera política de su campaña reeleccionista, dejando a las Farc nuevamente como un actor principal del resultado electoral, que ya lo fueron en la elección de Pastrana (1998-2002); en la de Uribe (2002-2006 y subsiguiente); en la de Santos (2010-2014), por la posibilidad de que continuara con la Seguridad Democrática de Uribe y, lo son ahora ante la posibilidad de que volvamos a empezar por la paz negociada que fue el ‘lei motiv’ de Pastrana.
En realidad “la guerra sin fin” es lo que ha servido a la clase política y empresarial dominante para mantenerse en el poder… Y no es necesario echar muy atrás para sustentar el aserto.
Si nos diéramos maña en revisar el proceso con el M-19, ahora tan fácil como hacer clic en Google, encontraríamos que la paz firmada con este grupo subversivo en 1990, era “el fin de guerra”…
Si saltamos al abrazo de Pastrana y Tiro Fijo en 1998, era “el fin de la guerra”; si seguimos con la desmovilización de los paramilitares tras el acuerdo de Santafé de Ralito, era “el fin de la guerra”; si hacemos un paneo a la gestión del ministro de Defensa de Uribe (Juan Manuel Santos, la muerte de Reyes y la Operación Jaque), era “el fin del fin de las Farc”, o sea “el fin de la guerra”…
¿Cómo creer ahora que realmente Santos es “el fin de la guerra”? ¿Por qué lo cree “clarita”, para volver a su nombre más querido cuando era la “sobrina pálida” del expresidente López Michelsen?
¡AH!, porque también tenía al Polo como correa de transmisión de sus aspiraciones políticas, que no de sus convicciones ideológicas, que son dos cosas distintas. Y como decía su tío abuelo, el expresidente López Pumarejo, “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosas y dos cosas distintas no son la misma cosa”…
Los enemigos de la izquierda dirán ahora que el Polo ha quedado reducido a sus justas proporciones… Quizás los reductos de ese sueño colombiano responderán con estoicismo que es mejor andar solo que mal acompañado.
Ya el Polo superó el sisma de Lucho; el síndrome de Samuel y la arrogancia de Petro. La pregunta del millón sería: ¿Podrá superar ahora la traición de Clara, sin morir en el intento?