JAIME LUSTGARTEN (El Satélite)

- EL PANORAMA INCIERTO DE LAS ELECCINES PRESIDENCIALES-

 
Colombia: un país bipartidista desde los tiempos de Bolívar y Santander  Esta parece ser la lógica del próximo debate presidencial, ya que pareciera que no existen en la política colombiana, ¡sólo los que apoyan la reelección de Juan Manuel Santos o del Uribismo con Zuluaga!  
 
Entre estos dos grupos se acendra debajo del firmamento, la enorme puja y colisión por los intereses políticos que, con su canto de sirena distraerá la verdadera opinión que deberá hallar el camino de una tercería  que nos conduzca hacia un país  humano y democrático.
 
Los gobiernistas respaldados por las toldas que conforman la unidad nacional, en la que están los ex presidentes Cesar Gaviria y Ernesto Samper, y los Uribistas que decidieron convertirse en una fuerte oposición con el apoyo irrestricto del popular ex presidente Uribe.   Lo azaroso de modelo bipolìtico,  es que mientras más apoyan al gobierno más se alejaran de la base popular que  aún no ve rodar las locomotoras prometidas, ni los fecundos huevitos de Uribe.  La gran pregunta entonces es: ¿Antes si y ahora porque no? ¿Y cómo premiar un mal gobierno? ¿O a quienes lo pusieron en su nido infértil?
 
Existen dos clases de oposición: una ideológica que realiza la fragmentada  izquierda colombiana que podría obtener hasta un 23 por ciento de los votos. La otra oposición electoral que hace el Uribismo con la candidatura de Zuluaga a la presidencia, como plan A y como plan B, una férrea oposición desde el Congreso  con una lista fuerte al senado.
 
Esta polarización de las elecciones parlamentarias es un preámbulo que se deberá alquilar balcón cuando comiencen los debates en el congreso de un país condenado a una lógica bipartidista.
 
Allí tendremos posiblemente dos grupos fuertes haciendo oposición: uno de izquierda y otro de derecha.  Pero alineados en puntos concretos y distanciados en el tema de la paz.  Este es el panorama de incertidumbre que se adviene,y seguramente no le será fácil al gobierno de Santos si, lograr la gobernabilidad de un país dividido y fragmentado por una VERDADERA UNIDAD NACIONAL. ¡Si sale airoso en su camino por la relección presidencial!
 
La distracción de esta vieja estrategia de la política bipartidista que representa los dos sectores fuertes de las élites regionales: la bogotana y  antioqueña, está  en hacer creernos que solo  existen dos opciones de país y las que pueden ganar: la de la reelección de Santos  o la relección de la seguridad democrática uribista.  
 
Esta cortina de humo que nos quiere vender el bipartidismo reciclado del santismo y uribismo,  es que no hay otra opción de poder y otra lógica de país, basados ante el faltado liderazgo de una izquierda que no parece encontrar las rutas del siglo XXI. 
 
Realmente existen muchos personajes sin color, demasiados dogmáticos y acartonados que no atraen multitudes. En el firmamento político actual no hay figuras como lo fueron: Luis Carlos Galán Sarmiento del Nuevo Liberalismo o Carlos Pizarro Leongómez del M19,  ambos admirados por su galanura y  como verdaderos revolucionarios.  U otros como el gran líder del partido conservador Álvaro Gómez Hurtado, asesinados por las fuerzas oscuras de este país ante su tesis que aún tiene vigencia: ¡Se debe cambiar el régimen!  
 
Pero para millones de ciudadanos que no tragan entero y se dejan  atrapar por el canto de sirena de bipartidismo antidemocrático: “Ni lo uno, ni lo otro”. ¿Pero de donde saldrá  ese ángel salvador que pide una tercería?
 
Si este no aparece de las entrañas de la sociedad civil pasiva e indecisa. Lo interesante será ver una segunda vuelta presidencial.  ¿Cómo votaran los que pierdan en la primera? Todo depende de quienes lleguen a la segunda.  Puede ser que emerja en este panorama incierto un nuevo personaje que es el voto en blanco. Ya que para unos el continuismo sería desastroso y para otros lo es volver a la era de Uribe.
 
Entonces la diferencia estará seguramente en manos de la izquierda.  Ganará el que menos odios represente y tal vez se reelija por una cultura política aùn premoderna a un presidente que no merece ser reelegido, el que nos politizó la bandera de la paz, con un apoyo cómplice de una debilitada guerrilla que teme su fin ante  otros 8 años de Uribismo, ¡su implacable verdugo!  Así las cosas, la seguridad de la reelección depende de anticipar unos acuerdos que vende la imagen de la necesidad de alargar el poder para acordarlos.  Es demasiada la incertidumbre que tenemos los colombianos en esta coyuntura.
 
Muchos optaran por revivir el uribismo, pensando que la seguridad democrática es la única salida. Otros pretenderán más de lo mismo, es decir, buscar la anhelada paz politizada por este gobierno que sabe bien repartir la mermelada en la ficcional Unidad Nacional. Pero existe una pequeña posibilidad de algo nuevo que sea realmente nuevo en manos de una tercería: O tal vez se impondrá finalmente el voto en blanco que castigue la mala política, y fortalezca la democracia ejemplar con la obligación de repetir las elecciones presidenciales. Si este león dormido blanco se despierta.  ¡Me atrae la idea de sumármele a él!