JAIME LUSTGARTEN

Elecciones 2014: un pulso de las derechas en Colombia

 

--

 

No creo sea cierto que la derecha colombiana quiera boicotear la anhelada paz a la que aspiran los colombianos.  Lo que no se entiende, es que el mejor nuevo amigo del presidente Santos de Colombia, el presidente de la hermana república del Ecuador, crea tal infundio. Hay dos grandes fuerzas políticas  en Colombia, ambas de derecha y  están pujando por el poder. 

 

La que busca la reelección del presidente Santos,  por cierto es tan de derecha como la del ex presidente Uribe Vélez.  Ambas candidaturas, Zuluaga o Santos,  perfilan posiciones de derecha fuertes pero con diferencias irreconciliables. Así la rama que apoya la reelección esta sumando fuerzas del liberalismo tradicional que encabeza el ex presidente Samper, y del neo liberal  ex presidente Cesar Gaviria, y que tratan de rescatar al  otrora gran partido.  Pero hay otras fuerzas aun más derechistas apoyando la reelección, como es Cambio Radical de Germán Vargas Lleras, y  grupos conservadores que están tan untados de mermelada y que buscan fortalecer su burocracia gracias a la actual coyuntura política, donde antiguos aliados y socios ahora son enemigos. 

 

Todos estos políticos desean consolidar su poder para continuar las políticas fracasadas que han desarrollado y que tienen a la gran mayoría de colombianos sumidos en el desempleo y la pobreza. Es sabida la manipulación de la información de parte del gobierno, lo mismo las estadísticas que sirven sus propósitos y por ello no dicen la verdad con transparencia, y se gastan exuberantes cantidades de recursos públicos en aceitar los medios de comunicaciones y a periodistas que trabajan por la reelección. Tal vez sea bueno todo esto si terminamos fortaleciendo la democracia, pero me temo es todo lo contrario.

 

El pueblo colombiano no desea guerra ni más violencia; eso no quiere decir que esté a favor de la reelección.  La mermelada que da el gobierno es la forma como asegura los votos en un país altamente  corrompido en su sistema electoral.  Tampoco quiere el pueblo a la Farc en el congreso de la república,  ni quiere premiar al enemigo del estado, pero si que el sistema cambie y sea más digno y justo con la gente, y que el bienestar general sea eso y llegue a todos los colombianos.

 

El presidente Correa ve el tema político colombiano sin analizar los intereses geopolíticos que se manejan a nivel interno, los mismos que han generado una fuerte división en lo que fue el uribismo.  No hay grandes ni novedosas propuestas de cambios, sino una continuada política de errores y de retrocesos. La inversión pública se hace de forma desordenada, no hay una generación de empleo fuerte, sino cada día es mayor la informalidad e invasión del espacio público, y es obvio un descontento popular luego de tantos paros y manifestaciones contra el actual gobierno. La mayoría de la gente critica los tratados de libre comercio, las políticas económicas y de impuestos,  y la única bandera del gobierno para asegurar la reelección luego de la repartición de mermelada es la bandera de la promesa de la paz.

 

Es bueno que los países hermanos quieran apoyarnos en la búsqueda de la paz, pero no nos culpen por no creerle a Santos o las buenas intenciones de los bandoleros de la Farc. No es la derecha colombiana la que teme este proceso termine siendo otro engaño al país;  es el mismo pueblo.