HABLEMOS DE PAZ

HABLEMOS DE PAZ

"El que tenga ojos que vea, el que tenga oído que escuche y el que no pueda encontrar la paz que luche": Kase.O

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Octavio Quintero, 11 de junio 2014

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Lo que hoy tratamos de cerrar en paz, mediante las actuales negociaciones de la Habana, es un conflicto más, de los tantos que ha vivido Colombia, que estalló tras el asesinato de Gaitán el 09 de abril de 1948 y que en su momento se calificó como “El Bogotazo” (Álape, 1983).
Gaitán es asesinado, y ya no hay quien lo niegue o ponga en duda, para atajar  la derrota del sistema oligárquico por la vía electoral, y ese crimen dio lugar al levantamiento popular, el cual fue aprovechado por los partidos tradicionales (Liberal y Conservador), para implantar un régimen de barbarie que desde entonces llamamos “la violencia en Colombia” (Guzman, Fals Borda y Umaña, 1986), que no fue más que la nacionalización y eternización de El Bogotazo.
De 1948 a 2014, van corridos 66 años. Y a lo largo de esos años, otros “gaitanes” colombianos han caído en esa lucha, y sus nombres ya son del dominio público entre las generaciones de verdes, pintones y maduros, lo que indica que el sistema oligárquico que asesinó a Gaitán hace 66 años, sigue impidiendo, por la vía criminal, el acceso en Colombia de un sistema político “más incluyente”, como se dice hoy en día.
Si uno quisiera aproximarse a una verdad histórica de la violencia en Colombia tiene que empezar por la llamada “Colombia formal, constitucionalista, gramatical y legalista” (Historia de la psicología comunitaria en Colombia, Carlos Arango Cálad, Universidad del Valle), que deja como actores principales de esta Colombia a los terratenientes y gamonales…
Cuando en la administración del presidente López Michelsen, empieza a hablarse de la otra Colombia, se refiere a un país real que está por fuera y enfrentado al país de los terratenientes y gamonales, en el que la ley solo es para los de ruana, la pobreza es la norma y la democracia es apenas una palabra que aúpa ese régimen impositivo y excluyente.
A la Mesa de la Habana se llega en las mismas condiciones de antes, en y después de 1948: dos Colombias, la de los terratenientes y gamonales y la de los excluidos.
Si se observan  ese par de puntos centrales que el gobierno del presidente Santos tiene como inamovibles: el modelo económico y la tenencia de la tierra, pues, es evidente que la Colombia de los terratenientes y gamonales, es decir la que ha provocado la guerra y por la cual se ha mantenido hasta nuestros días, pues, queda incólume.
Es decir, el caldo de cultivo sigue hirviente, y en él renacerá otra vez (otra más), o se mantendrán (la historia es tozuda), los bandoleros, las guerrillas, los terroristas, los sicarios, los grupos paramilitares y las autodefensas, llámense como se quiera, pero que seguirán siendo respuesta de hecho a una clase dominante que se resiste mediante todas las formas de lucha, a cambiar.