HABEMUS PAPA

El papa Francisco cumplió ayer sus primeros seis meses de pontificado y cada día que pasa encuentra una palabra, un gesto, una decisión, que deja a más de uno con la boca abierta. Pocos se esperaban que un papa “venido del fin del mundo”, como él mismo se definió, pudiera conseguir tanta popularidad en tan poco tiempo e iniciar tantas reformas de peso en el Vaticano.

Desde que fue elegido, el 13 de marzo pasado después de casi dos días de cónclave por la renuncia de Benedicto XVI, Francisco se presentó como un papa simple, afectuoso, sencillo. “Buona sera!” fueron sus primeras palabras a los miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro el día de su elección. Y luego fueron “Buona domenica” (buen domingo), “Buon pranzo” (buen almuerzo) cuando hablaba desde el balcón del palacio apostólico los domingos. Todos saludos que se usan comúnmente en Italia, pero que los pontífices jamás adoptaron, vaya a saber por cuál razón de formalidad inexplicable.

Y pese a que casi nadie sabía en un primer momento quién era el cardenal Jorge Bergoglio y que era argentino, mucha gente valoró positivamente que hablara italiano y que fuera tan amable y cariñoso. A eso se le agregó el nombre. Quiso llamarse Francisco por San Francisco de Asís, que en la Iglesia ha sido un símbolo de pobreza contra la riqueza del Vaticano. Decidió no vivir en el lujoso departamento papal, sino en Santa Marta, una residencia simple pero cómoda, donde viven sacerdotes y prelados que trabajan en el Vaticano. A eso le agregó en los iniciales días de pontificado, cuando por primera vez encontró a los cientos de periodistas de todo el mundo venidos para el cónclave, una frase muy significativa: “Cómo me gustaría una iglesia pobre para los pobres”. Así fue, en definitiva, como Francisco comenzó a ganarse el corazón de los fieles, de Italia y del mundo, que fueron llegando, cada vez más numerosos, a la Plaza de San Pedro cada miércoles, para la audiencia general, o el domingo, para la bendición desde la ventana del palacio apostólico. Desde los primeros tiempos de Juan Pablo II no se veían semejantes multitudes en el Vaticano: madres con bebés y niños en cochecitos, ancianos en sillas de rueda, hablando múltiples idiomas.

Pocos esperaban que un papa no italiano y sobre todo que no había vivido jamás en el Vaticano –Benedicto XVI era alemán pero vivía en Roma desde muchos años antes de ser papa–, fuera capaz de tanta revolución en la Iglesia, en tan poco tiempo. Entre otras cosas, nombró una comisión de ocho cardenales de los cinco continentes, coordinada por su amigo, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, para que lo asesoren en los cambios por hacer dentro del Vaticano y de la Iglesia. A partir de octubre la comisión estará en Roma y seguramente se conocerán detalles de las propuestas.

Pero también impuso nuevas reglas –adhiriendo al Vaticano a la normativa internacional–, en materia de abusos sexuales en la Iglesia y respecto de las finanzas de la Santa Sede. Este último es un capítulo aparte porque en estos meses renunciaron dos de los principales dirigentes del IOR (Instituto para las Obras de Religión o Banco Vaticano) –o mejor, se vieron obligados a renunciar– y un tercer prelado perteneciente al APSA, la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, fue arrestado, por presunto lavado de dinero. El Papa encargó a una comisión de expertos la reforma del Banco Vaticano, centro de numerosos escándalos financieros desde la década de 1980. La reforma del IOR está todavía en estudio aunque algunos sectores de la Iglesia italiana, como la progresista revista Familia Cristiana, bregan por que se transforme en un banco solidario y deje de ser un banco capitalista que persigue la ganancia. Se espera que ésta y otras reformas tomen cuerpo o se encaminen una vez que el nuevo secretario de Estado, monseñor Pietro Parolin, asuma luego del 15 de octubre. Parolin, como virtual primer ministro y número dos del Vaticano, sustituirá al criticado cardenal Tarcisio Bertone. Conocedor de América latina y de Africa, donde ha vivido, y de Asia, sobre la que ha trabajado, Parolin promete ser un secretario de Estado a la altura de las nuevas exigencias de la Iglesia y del papa Francisco.

En estos meses algunas actitudes del papa Bergoglio causaron polémicas, como el hecho de ir a celebrar el Jueves Santo a una cárcel juvenil de Roma y lavar los pies, según la ceremonia de ese día, a jóvenes detenidos, incluso a alguna muchacha, hasta a no católicos. Por otra parte, algunos sectores conservadores lo criticaron también por lo que dijo sobre los gays en el avión de regreso de su apoteótico viaje a Río de Janeiro para la Semana Mundial de la Juventud en julio. “Si uno es gay y busca al Señor, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, una frase sin precedentes en boca de un pontífice.

Al parecer Francisco ha entendido que la Iglesia se debate ahora por reconquistar a los cristianos alejados y “conquistar” nuevos mundos en Africa y en Asia. Y para eso, esgrime sus argumentos más convincentes, sobre todo su sensibilidad hacia las problemáticas de aquellas regiones. Su simple manera de expresarse, sus abrazos a niños y enfermos, su preocupación por los pobres, por otras religiones, por los refugiados, los inmigrantes y por la paz han sido sus principales banderas en estos seis meses. Y para difundirlas no sólo ha usado los tradicionales mensajes u homilías, sino también Twitter, llamadas telefónicas directas, cartas escritas de su puño y letra.

El papa Francisco se refirió a menudo a los conflictos existentes en el mundo, pidiendo la paz y el diálogo. Pero el más importante fue sin duda el sábado pasado en la Plaza de San Pedro, donde junto a 100.000 peregrinos de varias religiones y diversos orígenes, Francisco ayunó y oró por la paz en Siria y Medio Oriente.

Novedades de Francisco

Por Washington Uranga

A propósito de los seis meses de la designación de Jorge Bergoglio como Francisco, el vocero de la Santa Sede, el sacerdote jesuita italiano Federico Lombardi, habló por Radio Vaticana e hizo mención a las “tres novedades” que, a su juicio, caracterizan hasta el momento el nuevo pontificado: “La elección del nombre, el impulso hacia una Iglesia no autorreferencial y el fin del eurocentrismo”. Las declaraciones del vocero oficial marcan también una línea de interpretación respecto de los lineamientos de acción que el Papa le está dando a su gestión al frente de la Iglesia Católica.

Respecto del nombre Francisco, “un nombre nuevo, que ningún papa antes había tomado”, Lombardi subrayó que Bergoglio asoció esa elección con “pobres, paz, protección de la creación” y destacó que, hasta el momento, “los pobres y la paz” son las características fundamentales de la acción de Francisco como papa. El vocero no dejó pasar por alto, para destacarla, la intervención que el Papa está teniendo en el escenario internacional con la intención de lograr una salida pacífica a la situación de guerra en Siria. Otros analistas de la política vaticana anticipan que esta postura de Bergoglio se reflejaría en adelante también en intervenciones acerca de diversos temas de la política y del escenario internacional, incluso promoviendo la participación en el mismo sentido de los líderes de las grandes religiones mundiales.

Respecto del “fin del eurocentrismo” eclesiástico católico, Lombardi, además de destacar lo significativo que resulta que la elección del pontífice haya recaído sobre un latinoamericano, indicó también que a partir de ese hecho hay una “ampliación de los horizontes” que, según el mismo vocero, quedó de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Brasil. Esa ampliación de la mira, dijo Lombardi, no sólo está referida a la procedencia geográfica del Papa, sino también a temas como el de “la pobreza, que provienen de un rico contexto eclesial, con una gran tradición propia, que ahora llega al corazón de la Iglesia con mayor fuerza y presencia”. Y aun haciendo la salvaguarda de que “todos los papas son universales” el jesuita dijo que, sin embargo, “la elección de un papa que viene de otro continente aporta realmente algo específico en el estilo, en la perspectiva, y es algo deseado por la Iglesia universal, deseado por los cardenales y nosotros lo apreciamos, como un enriquecimiento adicional del camino de la Iglesia universal”.

Un tercer elemento subrayado por Lombardi está relacionado con la idea de “Iglesia misionera”, volcada hacia la sociedad, que ha quedado de manifiesto en las palabras y en muchas de las acciones del papa Bergoglio. “El papa Francisco –dijo– habla mucho de una Iglesia no autorreferencial, una Iglesia en misión, una Iglesia que mira fuera de sí misma y hacia el mundo entero. Me parece que con el papa Francisco, la barca de la Iglesia se desplaza con decisión mar adentro, sin miedo. Es más, con la alegría de poder encontrar el misterio de Dios en nuevos horizontes”, agregó.

Lombardi destacó también que “el estilo, el lenguaje directo del papa, sus actitudes, incluso la novedad de su estilo de vida llegan a lo profundo y despiertan un gran interés, un gran entusiasmo”. Según el vocero “esta manera tan efectiva de hablar y ser capaz de comunicar a través de palabras y gestos de manera directa, el amor de Dios para todos, y la proximidad, el interés humano, la ternura –es otra de las palabras que le gustan a este papa y que son expresión de su forma de ser– es algo que toca y mueve profundamente a los seres humanos, a todos ellos: creyentes y no creyentes”. Según Lombardi el papa Francisco “habla para todos en su verdad, en su concreción y en su proximidad al corazón del hombre”. Para el portavoz, Bergoglio expresa a “esta Iglesia peregrina, capaz de ser solidaria, compañera de la humanidad que camina”.

El vocero del Vaticano adelantó también que en los próximos meses el Papa se ocupará de cuestiones relacionadas con el gobierno de la Iglesia, consultando a sus colaboradores de la curia romana y, particularmente, a los cardenales “que él ha escogido y que provienen de diferentes partes del mundo”, refiriéndose a la comisión especial creada para reformar la estructura de la Iglesia y cuya coordinación le fue encargada al cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga.