Si alguien se pusiera a cazar las desafortunadas frases del presidente Santos, seguramente se encontraría con un sartal de preocupantes sandeces provenientes, ni más ni menos, que del mandatario de los colombianos.
Una de sus mediáticas frases siendo ministro de Defensa del entonces presidente Uribe, podría ser aquella del (…) “fin del fin de las Farc”, cuando cayó abatido en Ecuador el carismático líder Raúl Reyes…
Resulta toda una macabra ironía que en su propio gobierno se le haya dado estatus político a las Farc, y las tenga ahora sentadas en La Habana negociando la paz de tú a tú con su mismo y anticipado sepulturero que, además, les abre generosamente la puerta de entrada a la historia de Colombia.
La otra desafortunada expresión de Santos, quizás más recordada que la anterior, fue la de (…) “ese tal paro no existe” que, días después, le reventó en la cara como el más grande movimiento social integral que presidente alguno haya incubado. Fue gracias a su capacidad embaucadora que logró desarmar los ánimos…
Y la última perla no menos azarosa del presidente nos tiene mudos del espanto porque coincidimos plenamente con el primer mandatario en que (…) “el paramilitarismo es un fantasma” que aunque él crea que “ya no existe”, podría replicarse con el consabido estribillo que canta la gente en las marchas políticas: “Se vive, se siente, el paramilitarismo está presente”.
No solo el paramilitarismo está presente… También sus profundos contactos en la entraña política de la nación y en la agenda de importantes y poderosos empresarios que los financiaron antes y los financian ahora.
Esta realidad explica, por sí sola, que la marcha uribista del 02 de abril haya tenido más acogida popular y mediática, que la marcha del 17 de septiembre convocada por las centrales obreras… Políticos como Uribe y empresarios como los que financian al paramilitarismo, sumados a influyentes medios de comunicación, atípicamente voceros de intereses particulares, dan más importancia a una manifiesta expresión personal de asco al gobierno de Santos, que a las evidentes necesidades económicas y sociales de la inmensa mayoría de los colombianos.
En todo este escenario que se advierte de lo anterior, mueve a risa que una de las presentaciones periodísticas del SÍ de la Corte Constitucional al matrimonio entre homosexuales se pregonara como un gran acontecimiento que redundará en la expansión de la democracia en Colombia…
¡Válgame Dios!, el sentido de la democracia que nos están inculcando los medios proclives a esos políticos y esos empresarios instigadores unos y financiadores otros del paramilitarismo que Santos ve como un fantasma que, por tanto mismo, a todos nos asusta.
La misión de los medios de comunicación social no es la de ser pregoneros del gobierno de turno sino críticos de su gestión y auténticos voceros de la opinión popular que resulta ser la más indefensa del poder establecido
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