FERNANDO NAVAS TALERO

El magistrado Villarraga, del Consejo Superior de la Judicatura, presentó renuncia irrevocable, a raíz del barullo surgido con ocasión de la divulgación de una conversación suya  con un oficial del Ejército, charla que revela unas negociaciones turbias de los contertulios a fin de conseguir la radicación de un proceso penal en la jurisdicción castrense, y todo gracias a los buenos oficios del juez, supuestamente bien remunerados.

 Independientemente de la verdad de la especie y del escándalo que las emprende contra el Tribunal y demanda su abolición, como se viene solicitando de tiempo atrás, interesa ahora analizar la circunstancia para adivinar su causa.

Recordando a Sor Juana Inés de la Cruz, en su famoso verso, se debe preguntar “¿Cuál es más de culpar: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”.

 Débese recordar que la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura , a la cual pertenecía el magistrado Villarraga, a excepción del magistrado Wilson Ruiz,  se integró con candidatos postulados por el expresidente Álvaro Uribe Vélez (Art. 254 C .P.).

El interés del ex no era otro que tener una “Corte sana” y complaciente que le diera curso a sus afanes de manipular la justicia, tal y cual ocurrió con la tutela  contra la sentencia de Yidis Medina, interpuesta  por mencionar al ministro Palacios, y que la Corte Constitucional revocó íntegramente (Sentencia de octubre l° de 2008 C .S. de la J. y T 059).  

¿Por qué comprar al magistrado Villarraga para que remitiera el proceso a un tribunal militar? ¿Acaso la justicia militar no es igual de recta y severa que la ordinaria? ¿No se está aquí desvelando una de las graves falencias del tan discutido fuero militar?... “Entre bomberos no nos pisamos las mangueras”,  reza el adagio popular

 ¿Por qué acabar con el Consejo Superior de la Judicatura, si el problema no es de la Corporación sino de sus miembros y de quien los postula? Ninguna ley será buena si quienes la aplican son corruptos.

 El mismo raciocinio se hace con respecto  a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. El órganos es necesario, tal vez indispensable. Lo prudente   es la corrección del procedimiento de integración: ¿Qué tal que la postulación la hiciera directamente el elector primario? ¿O que los magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo los eligieran los colegios de jueces,  fiscales  y de abogados litigantes: sus pares? Así se democratizaría un poco ese régimen despótico del poder judicial y se evitaría la politiquería del Congreso y del Ejecutivo.

Entre tanto, un juicio político seria propio para pedir explicaciones a quienes postularon a Villarraga y, además, lo eligieron, pues, al revisar su hoja de vida, la que divulgan los medios, se concluye que el único mérito que lo acompañaba era el de ser amigo personal del expresidente Uribe.

La justicia será corrupta si los corruptos  eligen jueces corruptos.