EL PODER ESTÁ EN LA CALLE

EL PODER ESTÁ EN LA CALLE

La ingobernabilidad del país se ve patética en este sancocho de problemas sociales que se han ido a paro nacional, cada cual con su tema, pero todos derivados de la misma causa: el modelo económico o neoliberal que ya, de tanto denunciar, sabe a cacho…

En el terreno de lo público, la ingobernabilidad es “desobediencia civil”; en el campo político, es desinstitucionalización y en el campo de las organizaciones sociales, es desautorización.

De todo esto se refleja en este momento en Colombia porque, evidentemente, hay rebelión contra leyes y normas que han puesto a la gente contra la espada y la pared, y esa rebelión, que en otras circunstancias debiera estar capitalizada por los partidos políticos, se nota que no,  ni siquiera por la izquierda,  cautelosa de resultar sindicada de apoyar “la combinación de todas las formas de lucha”.

Tampoco están presentes en estas protestas públicas las organizaciones de la sociedad civil, empezando por las centrales obreras o agremiaciones de medianos y pequeños productores que no caben en la ANDI (Asociación Nacional de Importadores –antiguamente conocidos como “industriales”).

No hay vocería, ni única ni colectiva en las protestas y por eso las menospreció el Presidente cuando dijo “ese tal paro no existe”. Eso, y solo eso, las vino a identificar con algo en común, aparte de su precaria situación económica y social: la dignidad.

De esta desobediencia civil, por un lado; más desinstitucionalización y desautorización a sus voceros consuetudinarios, por otro, se puede deducir que el Poder salió a la calle: el poder del pueblo; la vox populi; el constituyente primario…

¿Y?... Qué bueno sería tener ahora a un verdadero revolucionario que pudiera recoger el guante de “tumbar al régimen”, esa inmortal frase de Gómez Hurtado, robada al deseo de una izquierda colombiana que cada vez que se asoma al poder… se espanta.

Fin de folio: “Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!”: Julio Flórez.