
EL CIRCO ELECTORAL

PATRIARCAS EN PRIMAVERA
José Darío Castrillón
(El Topo)
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Cada vez la contienda electoral colombiana inicia más temprano. Este es un país con afán: empieza más pronto la temporada decembrina, las niñas pobres se embarazan adolescentes, mientras los niños ricos se vuelven burócratas sin adquirir uso de razón, o son congresistas sin aprender a leer. Va de afán esta nacionalidad que parece avanzar al despeñadero.
Con los primeros movimientos de campaña es necesario aclarar: movimientos se refiere a acciones, sacudidas, ajetreos. No a organizaciones políticas.
Mírese no más el espectro en torno a las candidaturas presidenciales: en una esquina Álvaro Uribe, por la importancia de llamarse Uribe, mueve unos títeres que ni empaque tienen, pero que repiten una y otra vez que ellos son obedientes al patriarca, y no como Santos, el presidente, que desobedece, no porque piense distinto, sino porque él necesita fundar el santismo, para lo cual le estorba el uribismo. Aunque otro Santos, alias pachito, pretendió registrar el santismo como marca propia -en esa familia hasta el bobo de la casa pretende mandar al resto de connacionales-, pero tras ser utilizado para transferirle dinero y legitimidad a un partidejo autodenominado Uribe C.D., en el sainete de una convención, con fraude electoral incluido, lo desahuciaron políticamente.
Como se vio con las triquiñuelas de la convención de Uribe: lo que menos interesa es que se conforme un partido. Pero esa no es una exclusividad de la extrema derecha. Cesar Gaviria, ejerciendo de patrón del Partido Liberal, descubrió aquella expresión de Gonzalo Arango en el manifiesto nadaista: ¨Se es nadaista dejando de serlo¨, y la aplicó a su partido. Así, los liberales, arriados por su hijo, que confiesa tener dificultades para leer, eligen un archigodo para que los chantajee desde la Procuraduría General de la Nación, o votan proyectos de impunidad entre altos poderes del Estado a nombre de la justicia. El clan (y el clown) Gaviria ha decretado que se pude ser liberal dejando de serlo, y hace otra convención tipo Uribe.
De los godos poco qué decir. Aunque el país esté ladeado a la derecha, no por eso es la buena hora de los conservadores, y eso que alumbran con una vela a Santos y con otra a Uribe, logrando así estar en el gobierno y en la oposición. Sin embargo, el afán de unos por ser patriarcas y de otras por ser matronas (y viceversa), ha dislocado las menguadas fuerzas de la otrora agrupación, terminando Pastranita echándole piropos a Uribe y vainazos al Cesar, Marta Lucía Ramírez haciéndole ojitos a los verdes, y Nohemí coqueteándole a la izquierda y a la derecha. Ah, y Oscar Iván Zuluaga de calanchín de Uribe… todo por la figuración.
¡Qué dinámica es la política cuando se trata de ilustrar personalismos! Y de eso que se decía izquierda cada pequeño gamonal ha hecho una fractura tratando de mandar sobre cuatro pelagatos.
Primero Petro, o Petro Primero, le propinó su puñalada trapera al Polo, en procura de una cauda para desfogar sus vanidades.
Y como en audaz golpe de mano ganó la alcaldía de Bogotá, a la usanza de Uribe con su partido de la U, él patrón de Bogotá crea el partido de la P, Progresistas, y desde este, con mermelada distrital, pretende que el resto de la izquierda se incline ante él. De la mano de Antonio Navarro, decano del truquito y la maroma politiquera, ya hizo alianza con su archienemigo, Peñalosa el neoliberal, y borraron, en otro sainete a la usanza uribista, cualquier matiz político que pudiera diferenciarlos, ya se va por lo fundamental: la repartija. Por esa vía los del partido de la P pueden llegar al Puro Centro Democrático, para eso ya Navarro ha mandado los primeros mensajes: 1. Declaró que el paramilitarismo no existe porque fue desmovilizado en tiempos de El Supremo. 2. Afirmó que el asesinato de Carlos Pizarro fue obra del cartel de Medellín, y que el Estado nada tuvo que ver. 3. Dijo, en defensa de Andrés Felipe Arias, que Agro Ingreso Seguro fue una gran política que favoreció a los campesinos de Nariño. No será de extrañar que, por coerción o por convicción, Navarro sea el plan G del uribismo.
Y el otrora Polo Democrático Alternativo tomó como modelo el concurso de televisión, denominado Yo me llamo, donde ganaba el que cantara más parecido a otro artista, y lograron, mediante sucesivas expulsiones, simplificar la militancia. Así quien decida militar en este grupo debe entrar presentándose Yo me llamo… que en la versión polista es Robledo soy yo, y el polo esRobledo, de Robledo y para Robledo, incluso para aliarse con los enemigos de la paz, o hacerse el loco, al lado de sus aliados ante las protestas del Catatumbo. ¡Qué dinámica es la política cuando se trata de lustrar personalismos!
Y, a propósito de tropicalismo, el gobierno nacional ahora usa un acróstico con las iniciales del presidente para nombrar su programa de gobierno. ¡Joder! Mucha Sobadera.