CUANDO LAS OBRAS NO SON AMORES

Un corresponsal de El Satélite de la vereda la Esmeralda, en Tocancipá, cuyo nombre se reserva a petición de parte, denuncia lo que llama “triste ver como todo lo hacen al revés, y obras por las que luchó la gente (ver foto), hoy las destruyen para dar paso a otra”.

En efecto, esta pavimentación veredal no tiene más de dos años de haber sido efectuada a un alto costo y ya ha sido abierta para enterrar el alcantarillado.

Resulta inexplicable que una administración municipal, sea cual fuere, determine la pavimentación de una vía, sin definir primero la infraestructura interna, como la elemental red de alcantarillado.

La gente del sector La Virgen, donde se adelantó la obra inicial que les trajo emoción y sentido de pertenencia, hoy están tristes porque, si bien, el alcantarillado es indispensable, no conciben que para lograr lo uno tengan que destruir lo otro.

“Esta situación está como el cuento ese de la señora que tenía dos pollitos y un día amaneció enfermo uno de ellos, entonces, la señora decidió matar al aliviado para hacerle un caldito al enfermo”, cuenta el corresponsal, y agrega: “Y en unos días, esta vía con esos remiendos que le están haciendo, termina otra vez desbaratada, pues, las varillas las rompen y todo el trabajo se echa a perder”.

Otra del mismo corte

Frustración y rabia tiene la población de Canavita, en Tocancipá, sector los Arismendi – San Victorino, por la obra que con tanta ilusión vio levantar, destinada a salón de eventos comunales y cancha polideportiva que en estos momentos se encuentra paralizada.

Al elevadísimo costo de 935 millones de pesos, esta obra presenta sinnúmero de imperfectos de estructura y detalles de construcción que la comunidad rechaza y, como tal, no ha querido dar visto bueno para que la Administración Municipal la reciba.

El contrato fue suscrito el 30 de diciembre del 2011, un día antes de que terminara la administración pasada, y su duración se estimó en cinco meses. Es decir, debió haberse concluido en mayo del 2012… A hoy, 18 de octubre del 2013, acumula más de 17 meses de retraso, y nada.

Voceros de la Junta de Acción Comunal, como Pedro A. Garzón (en la foto), miembro de la Comisión de Conciliación, denuncia que una de las fallas estructurales es el entramado del techo que, en el afán de “ahorrar” costos, se dejó muy espaciado, con lo que las tejas apenas alcanzan a morder una sobre otra a lo sumo dos centímetros… Así, cuando llueve, el agua no alcanza a coger la canal y se filtra a borbotones al interior de la construcción.

Esa es una de las muchas fallas que se evidenciaron en la construcción del salón por parte del contratista, Consorcio Ingeniería y Construcción, que al parecer subcontrató con otras empresas que hace que la comunidad no sepa bien a estas alturas a quién reclamarle.

De momento el alcalde, Carlos Julio Rozo, atendiendo el clamor y rabia de la comunidad, no ha recibido la obra, pero de ahí en adelante, todo parece haber entrado en una frustrante incertidumbre.Vamos a ver…

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