CONFIDENCIALES

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PARANOÍA CHAVISTA.- Las acusaciones paranoicas del presidente Maduro contra el expresidente Álvaro Uribe son tan absurdas que han dejado de ser noticia. No de otra forma se entiende cómo la denuncia que hizo el gobierno venezolano, según el cual habían sido arrestados dos sicarios colombianos enviados por Uribe para asesinarlo, fue apenas registrada en forma marginal en algunos pocos medios. Si la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, dijera en una rueda de prensa que el expresidente Lula del Brasil había sobornado a un cocinero para que la envenenara, sería noticia mundial de primera plana en todos los periódicos. Como al chavismo se le reconoce un margen de folclor, esas barbaridades pasan sin pena ni gloria.

 Paranoia chavista II

 Esa actitud del gobierno chavista explica en parte por qué casi nadie en Colombia acepta el cargo de embajador en Venezuela. No solo entra a un puesto percibido como el del representante de un gobierno no amigo, sino que se enfrenta al dilema de cómo manejar en la vida diaria esa hostilidad. Por ejemplo, si la acusación de los sicarios de Uribe se toma en serio, tendría que haber una protesta formal en un tono enérgico que enfriaría aún más las relaciones. Si por el contrario se deja pasar sin reacción, podría dar la impresión de que de pronto es verdad o, por el contrario, se interpretaría como una falta de solidaridad con el expresidente Uribe ante un irrespeto y una calumnia de enorme gravedad.

Yo y mi hermano

 La revista Credencial trae como tema de carátula a la familia Santos. La publicación le preguntó a Enrique Santos y a Rafael Santos qué consejos les darían a sus respectivos hermanos, el presidente y Pacho, hoy enfrentados en la arena política. Este fue el resultado: Rafael a Pacho: “Ojalá que no se pierda esa bonhomía que él siempre ha tenido, lo caluroso que es él. Porque la política cambia la médula emocional de las personas, las vuelve agresivas y lejanas”. Enrique a Juan Manuel: “Mirar más allá; mantener las metas, cuidar el lenguaje, mostrar ejecución, exigir más de sus asesores, rodearse de un equipo muy conectado con las regiones y vigorizar la sintonía con un país que lo eligió con la mayor votación de la historia”.

Nicho estratégico

 Dada la escasez de tierra urbana que hay en Colombia y los astronómicos precios que a veces alcanza, se acaba de crear el primer fondo de inversión inmobiliario destinado a solucionar este cuello de botella. Se trata del Fondo Futuro Inmobiliario, una alianza entre la constructora Prodesa de Juan Antonio Pardo y la banca de inversión Piensa de Dorothea Bickenbach.

 La idea es que en un país con un déficit de vivienda de 4 millones de unidades se requieren macroproyectos urbanísticos en todos los polos de desarrollo para que se pueda solucionar el problema habitacional en términos rentables. La iniciativa ha sido muy bien acogida por el sector financiero, pues el fondo se cerró con un capital inicial de 40.000 millones de pesos provenientes de fondos de pensiones, inversionistas privados y el apoyo de Fiducor.