Nadie niega que el intenso invierno que azotó a Colombia entre el 2010 y 2011 por el llamado fenómeno de “La Niña”, estuvo asociado al cambio climático, ese mismo del que se habla en todo el mundo y que aún no concebimos como el principio del fin de la vida actual, sin exageración.
Tal vez hablando en términos materiales tengamos alguna aproximación a la tragedia:
1). El Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia valía en el año 2011, en dólares, 362.000 millones. Esto convertido a pesos, a razón de 2.000 por dólar, daría unos 724 billones.
2). Pues, bien, las pérdidas asociadas con ese evento climático de la Niña, se estimaron en 4,3% del Producto Interno Bruto de 2010 para activos (1.556 millones de dólares); 10% para vivienda y transporte (3.620 millones de dólares); y, 2,1% para el sector agropecuario (760,2 millones de dólares).
Total: 5.946,2 millones de dólares, lo que vendría a ser 11 billones, 892.400 millones de pesos.
Tal vez hasta inmoral resulta aclarar ahora que esto sin tener en cuenta ese intrínseco valor de las pérdidas humanas y la tragedia que desde entonces viven miles de familias desplazadas por el invierno desde entonces a la caridad de “Colombia Humanitaria”, que también, y como todo en Colombia, resultó un nido más de corrupción.
Por ahí vuelve a agitarse el cotarro ante la amenaza inminente de una nueva Niña… Y es entonces cuando adquieren valor eventos como el realizado recientemente en Bogotá por La Corporación Ambiental Empresarial (CAEM), filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), sobre: “Construyendo un plan de adaptación territorial al cambio climático y gestión del riesgo con énfasis participativo”.
Los organizadores del evento dicen que a las distintas conferencias asistieron cerca de 300 participantes en representación de varios municipios de la región CAR-BOGOTÁ, autoridades ambientales y territoriales, líderes ambientalistas, representantes de la academia, empresarios, productores, funcionarios de entidades gubernamentales y comunidad en general.
Alertas tempranas
Así se denomina a eso que le dicen a uno para que tenga en cuenta, si no quiere lamentarse después. En este orden de ideas, durante el seminario se dieron a conocer los retos que tienen los ciudadanos en el siglo XXI para proteger el medio ambiente y lograr disminuir el impacto del hombre sobre los recursos naturales.
Resumen tendencias
Los patrones climáticos sobre el territorio CAR están experimentado modificaciones en el largo plazo debido a procesos relacionados con el cambio climático:
- La temperatura media del aire está aumentando a un ritmo de cerca de 0,1°C/decenio.
- La frecuencia de las heladas registra una leve disminución.
- La precipitación anual presenta ligeros cambios (reducciones en gran parte de la región y aumentos hacia el valle de Ubaté y en sectores de la Sabana de Bogotá) que oscilan entre los -20 mm/decenio y +20 mm/decenio, lo que no sobrepasa el 5% de los volúmenes anuales actuales.
- En el período 2011-2040 el clima sería más cálido y lluvioso que lo que se registró en 1971-2000 (clima de referencia), excepto la zona alta que cubre el altiplano y altitudes mayores en donde la precipitación estaría por debajo.
- En el 2041-2070 las condiciones serían aún más calurosas (temperaturas anuales en 2-3°C por encima de los promedios del período de referencia) y la disminución de la precipitación cubriría gran parte de la región siendo más marcado en la parte alta, pero el aumento continuaría en el sector oriental y hacia el Valle del Magdalena.
- En el 2071-2100, el calentamiento sobrepasaría los 4°C y la disminución de la precipitación cubriría toda la región, pero sería extrema (reducciones de más del 30% de los volúmenes anuales del clima de referencia) en la parte del altiplano.
Los expertos de este seminario vaticinaron fuertes impactos por el cambio climático en la región CAR, así:
- Impacto en la biodiversidad por los cambios en las biomasas regionales.
- Impactos por la modificación de los servicios ecosistémicos, debido a los cambios en la extensión de orobiomas (como los páramos).
- Impactos por el cambio en la distribución espacial/estacional de los recursos hídricos: abastecimiento de agua, potencial hidroenergético, sector agropecuario.
- Impactos por cambios en áreas de clima óptimo para determinadas actividades socio-económicas.
- Impactos en los patrones espaciales epidemiológicos por el aumento de la temperatura y por los cambios en la distribución espacial de la precipitación.
- Impactos por los cambios en los patrones espaciales/temporales (frecuencia) de los fenómenos extremos que se constituyen en amenaza para la región.
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Los expertos pueden profundizar el análisis en el siguiente enlace que les proporciona…
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