Buscando el ahogado río arriba

 

Gente muy importante -que es lo grave- estima que el evidente deterioro del orden público y la seguridad ciudadana que se registra en casi todos los municipios de Sabana Centro, se debe a la inmigración de gente atraída por la industrialización de Tocancipá, principalmente.

Gente que, en términos muy despectivos se refiere a colonias que por respeto a ellos, nos abstenemos de mencionar.

Más grave aún es que, este tipo de xenofobia local, que viene despertando esa aprehensión a los venidos de otras partes, se estimula  públicamente en el discurso de alcaldes y altos funcionarios locales que, inclusive, diseñan planes sociales como de educación, salud, vivienda y trabajo, solo para los raizales.

¡No señor!, volvemos a decir. El problema no es atribuible solo a la inmigración, problema que no se desconoce, pero que no es el más importante.

En otras ocasiones hemos dicho que, al menos Tocancipá, que funge como municipio pionero de la industrialización de Sabana Centro, le pasa lo de ese que quiere “comer tortilla, sin romper los huevos”.

Se saludó con voladores la llegada de Leona en 1994 (hace 19 años) a Tocancipá, y se dio por sentado que habían quedado resueltos todos los problemas del municipio, especialmente los atinentes a recursos tributarios y empleo.

Y lo mismo se cree en estos momentos en Gachancipá con Protisa y próximamente Colombina. Y lo mismo se creyó en antes en Sopó, con Alpina, aunque, a decir verdad, dicha empresa si ha tenido unas raíces y un compromiso más soposeño.

Alrededor de estas nuevas empresas que han ido aterrizando en la provincia, especialmente atraídas por el estímulo a la inversión extranjera y la confianza inversionista de la pasada administración, se han generado necesidades sociales y de  equipamientos urbanos, que ni la nación, ni el departamento de Cundinamarca, y menos las administraciones locales, han proveído, como vías, escuelas, colegios y universidades; planes habitacionales, pie de fuerza, capacitación laboral, servicios públicos, entre otros.

Y lo único importante que se previó, como la tal doble calzada BTS, se tiene abandonada y sin doliente que presione al concesionario, Solarte & Solarte, a que termine ese parte de tramos inconclusos (elefantes blancos), en jurisdicciones de Tocancipá y Gachancipá.

Resultaba predecible que el desarrollo industrial traía inmigración y era evidente que si no se daban las condiciones para recibir a los “extraños”, la situación iba a explotar.

Por eso, la disculpa ahora no es echarle el agua sucia a los que han llegado, traídos directamente por las empresas que no encontraron mano de obra adecuada por estos lares, o los atraídos por la esperanza de un trabajo, en un país con más del 12 por ciento de desempleo formal y, por lo menos, el 70 por ciento de informalidad.

No hay otra solución, porque los que han llegado en buena parte llegaron para quedarse, que empezar a hacer lo que no se hizo a tiempo: capacitación laboral, educación, vivienda, salud, vías, servicios públicos, etc…

Y muy importante… que antes de seguir abriendo las puertas miremos adentro a ver dónde vamos a instalar los nuevos invitados.