El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor

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Octavio Quintero

Mayo de 2015

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Dos terroristas fueron muertos en una exhibición de caricaturas de Mahoma en Dallas, Texas, el domingo 03 de mayo. La noticia no resultó muy interesante a los medios, pues, los muertos eran del lado de los musulmanes; no fue como en el ataque al semanario, Charlie Hebdo, en donde los muertos eran del lado de la “libertad de expresión”.

La injuria a Mahoma es tenida como una provocación en la India y los países musulmanes, mientras que en los países occidentales se considera que responde al derecho a la libertad de expresión.

Pudieran alegarse toneladas de opiniones en un mismo sentido –si es que la opinión tuviera peso físico--, y ni aún así terminaría el debate mientras se piense que la libertad de expresión es el derecho que tengo yo y todos de decir lo que me dé la gana. Tras la hermosa filosofía de la libertad de expresión se esconde la garra que pretende exterminar mediante su poder económico, otras libertades de expresión contrarias al pensamiento dominante en Occidente.

¿Acaso los musulmanes no tienen libertad de expresión y pensamiento como para reclamar su derecho a creer y adorar a Mahoma? ¿Ridiculizar públicamente sus creencias, es un derecho amparado por la libertad de expresión, o será que se confunde la libertad de expresión con la libertad de blasfemia?

Injuriar a Mahoma es injuriar a los musulmanes, y si la injuria es un delito tipificado en todos los códigos penales del mundo, ¿por qué no se alza la voz contra estas injurias y se pide respeto por la opinión ajena?

 “Je suis Charlie” (¿lo recuerdan?), ya pasó a la historia. Pero el debate sobre libertad de expresión, no: de hecho, sigue dándose alrededor del mundo y nadie podría asegurar que hechos violentos como el ataque terrorista que sufrió el semanario francés el 07 de enero de este año, o como el frustrado ataque que se perpetraba contra el Centro Curtis Culwell, el 03 de mayo, no vuelvan a presentarse…

Y entonces se repetirán actos como el de las Torres Gemelas en 2001 (Nueva York); Charlie Hebdo (París) o este centro cultural en Dallas, Texas, en que se encadena la historia del terrorismo antes del 11S o después del 07E y 03M, como se les quiera llamar, y seguirá siendo válida la observación de la que nadie parece darse por enterado: el exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor.