ASÍ NO SE LLORA UN MUERTO

ASÍ  NO SE LLORA UN MUERTO

SI EL PRESIDENTE SANTOS QUIERE MANTENER AL CONSERVATISMO EN LA UNIDAD NACIONAL DEBE NEGOCIAR CON EL DIRECTORIO Y NO CON  LOS PARLAMENTARIOS

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Octavio Quintero (25 de junio de 2014)

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La institucionalidad de los partidos políticos en Colombia fue depositada en sus directorios, que provienen, a su vez, de congresos partidistas, según lo estipula la ley 1475 del 2011. Es en esa misma ley en donde se establece que los cargos de representación popular no pertenecen a los elegidos sino a los partidos y, por lo mismo, el elegido que se aparte de los postulados del partido o movimiento por el cual llegó al cargo, pierde la curul.
No cabe  ninguna otra interpretación del artículo 2º de la mencionada ley (Prohibición de doble militancia): “En ningún caso se permitirá a los ciudadanos pertenecer simultáneamente a más de un partido o movimiento político… Los candidatos que resulten electos, siempre que fueren inscritos por un partido o movimiento político, deberán pertenecer al que los inscribió mientras ostenten la investidura o cargo”…
No puede, no es de recibo y está mal que el Presidente de la República ande ahora promoviendo públicamente la división de los partidos a través de mermeladas que, por eso y nada más, es a lo desgraciadamente atienden los parlamentarios con excepcionales casos que por lo mismo, ya nos parecen raros.
Ya el presidente-candidato jugó con la disciplina de los partidos y movimientos políticos al marcartizar la elección entre paz o guerra, y el Consejo Electoral le hizo la segunda permitiendo que los parlamentarios conservadores se desprendieran de su compromiso político con la candidata oficial del Partido, Marta Lucía Ramírez.
Pero ahora como Presidente, resultaría extravagante que, quien dice ser el adalid de la institucionalidad nacional, y en cierta forma acreedor de la confianza que le refrenda la democracia precisamente como defensor de esa institucional, se aproveche del cargo para desinstitucionalizar a los partidos políticos, esencia misma de la democracia.
No, no puede ser que esto esté pasando en Colombia. No puede ser que no haya reacción de las autoridades electorales frente al caso; no puede ser que no haya reacción política, inclusive de aquellos partidos proclives al gobierno de ahora que, con el ejemplo de hoy, mañana podrían ser víctimas de su propio invento como le pasó al expresidente Uribe con sus forzada reelección en el 2006.
Nada tan gráfica como esa frase que el Polo le espetó una vez al entonces ministro del Interior, Vargas Lleras, cuando en tono altanero (es su costumbre) le increpó en la plenaria del Senado que cómo quería el Estatuto de la Oposición… “Como usted quiera ministro que mañana tal vez usted también pase a ser oposición”.
No se puede jugar impunemente con la institucionalidad política de un país en la forma en que el presidente Santos lo viene haciendo porque, como se dice, los hombres pasan y las instituciones quedan… Y si esa es la paz que dice dejará Santos, no parece que sea muy distinta a lo que en antes y por siempre nos ha llevado a lo que hoy tenemos por guerra.
Si el presidente Santos quiere seguir con el conservatismo en su Unidad Nacional –y está en todo su derecho de quererlo e intentarlo—debe negociar con el Director Nacional Conservador, según la ley 1475 del 2011, expedida en su mismo gobierno y por este mismo Congreso, y no con algunos parlamentarios, por más “vacas sagradas” que sean…