AROMA DE PRIMAVERA EN COSTA RICA
Un fenómeno político recorre a Costa Rica: José María Villalta, candidato presidencial por el Frente Amplio, un joven partido de izquierda que se hizo famoso por oponerse a las privatizaciones neoliberales llevadas a cabo por los gobiernos de Oscar Arias y Laura Chinchilla.
Villalta no solo es una promesa nacional de Costa Rica sino un joven político que se asoma al espectro latinoamericano como refuerzo de esos gobiernos que, desde Chávez en adelante, la echan toda en procura de reversar el avance de ese capitalismo salvaje que se apoderó del mundo en general, y de Latinoamérica en particular, desde el Consenso de Washington, el manifiesto capitalista proclamado hacia principios de la década del ’90 del siglo pasado.
Villalta es, de momento, una ola parecida a esa amarilla que se vivió en Colombia en la propuesta alternativa del Polo Democrático con el exmagistrado Carlos Gaviria como candidato presidencial (2002), que la izquierda no fue capaz de sacar adelante; o esa otra ola verde (2010) que inexplicablemente se marchitó, y al parecer a propósito, en manos del candidato presidencial, Antanas Mockus.
La experiencia colombiana, entonces, resulta clara: en estas lides de arrebatarle el poder por la vía democrática a los neoliberales es… ¡ahora o nunca!
El mensaje también es contundente: O Costa Rica aprovecha esta ola, o deberá someterse de nuevo a un proceso de otras dos o tres candidaturas presidenciales antes de que vuelve a florecer la primavera.
Miren a Colombia, pudiera ser la frase: no aprovechó la ola amarilla en el 2002 y se metió Uribe hasta el 2010; no aprovechó la ola verde en el 2010 y se metió Santos, muy probablemente con reelección próxima hasta el 2018 y más, a juzgar por la forma como vienen ubicándose en el partidor los delfines, todos ellos de casta neoliberal.
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Fin de folio/Hagamos votos por el triunfo de Villalta en Costa Rica. Su triunfo ampliará el espectro de estos gobernantes de Latinoamérica que ahora mismo suman esfuerzos para luchar contra la desigualdad y la pobreza, dos indicadores que se han disparado en este injurioso mundo neoliberal.