ARMANDO CARDONA CATAÑO

ODIOS Y RENCORES EN LAS ELECCI0NES PRESIDENCIALES DE COLOMBIA

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Colombia no aprende la lección de su  larga y enconada violencia que supera el medio siglo, y su clase dirigente en  evidente acto de irresponsabilidad, ignora ese pasado que tanto le ha costado a su convivencia, al usufructo de una riqueza que la mayoría  de los países del mundo quisiera tener, no solo por su ubicación geográfica en Sur América, dos mares que la identifican con el resto del mundo,  sino  por una abundancia minera, de hidrocarburos, agrícola y climática  incomparables.

 

Su confrontación bélica para muchos  historiadores, nace tras el asesinato en l948, del carismático líder Jorge Eliecer Gaitán, quien sin embargo, con su verbo encendido, al estilo del Griego Demóstenes el mejor orador del mundo, concitaba las multitudes  con sus invitaciones a enfrentar el estado político y económico imperantes, con afirmaciones tan subyugantes para el pueblo que lo escuchaba, cuando en la plenitud de su  flemática voz decía…..”Liberales:… contra las oligarquías colombianas… a la carga”; Liberales:…. por la restauración moral de la República…a la carga”. Estas y otras consignas, no eran otra cosa que una invitación a la confrontación ideológica, pero que con su asesinato, abrió la llave del  desangre.

 

Más de medio siglo después, la incitación dialéctica es igual. Ahora con motivo de las elecciones presidenciales del 25  de Mayo,  nada cambia, a pesar de los ríos de sangre corrida en donde las casi únicas víctimas son policías  y soldados del estado, población civil ajena a la  lucha, y guerrilleros que integran las huestes de la insurgencia bélica.

 

El ex presidente Andrés Pastrana, víctima de una acción armada por otro de los motivos colombianos de confrontación,  el narcotráfico, de manera despectiva y violenta suele referirse a su colega, el también ex presidente Ernesto Samper y al ex ministro Horacio Serpa con afirmaciones virulentas, y estos, a su turno, no son inferiores en la respuesta; y en el caso actual, al Presidente Santos en campaña reeleccionista, esta afirmación suya mide el talante del odio: “El Candidato Santos se ha plegado a la corrupción parlamentaria”…

 

Esta confrontación verbal cobra   fuerza con la disputa entre el Presidente en campaña y su antiguo protector e impulsor Álvaro Uribe, quien  rompió violentamente relaciones con quien fuera su Ministro de Defensa (Juan Manuel Santos). Estos trinos del ex presidente Uribe sintetizan la magnitud del odio: “Trinos de Uribe: Presidente Santos el país va bien pero su temor a las Farc permite el asesinato impune de los policías y soldados”. “Presidente Santos: el país va bien pero su temor a las Farc y a Maduro deshonra a Colombia ante el grito democrático de Venezuela”… (El Espectador lunes 7 de abril de 2014).

 

Entre tanto, el Presiente en campaña no ahorra soterradamente esfuerzo gubernamental para responder  a sus opositores, con lo cual el escenario político colombiano es cada vez más lúgubre.

 

Vistas las cosas de esta manera y cuyos actores han sido beneficiarios de las más altas dignidades del estado  colombiano, qué puede esperarse del humilde soldado  o policía, quienes a nombre del gobierno, ponen su pecho para combatir a su connacional levantado en armas, quien tampoco ahorra nada para liquidarlos de cualquier manera?

 

Este es el ejemplo que reciben las juventudes colombianas a quienes en la escuela les enseñan que su país es rico en aguas marítimas, como que está bañado por dos mares, que sus ríos interiores son abundantes  que riegan todo su territorio, que su ubicación geográfica es envidiable, en fin, que posee todo tipo recursos que cualquier país quisiera tener.

 

Pareciera entonces, que la paz colombiana hay que conseguirla primero en su clase dirigente.