ACENTUADA DESACELERACIÓN ECONÓMICA 2017
El año 2017, para la economía colombiana no fue un año bueno. Su comportamiento de 1.8%, solo es comparable con el 1.7% del año 2001, y el 1.7% del año 2009, cuando la economía empezaba a recuperarse de la recesión alcanzada en el año 1.999 (Andrés Pastrana) que fue de menos 4.2% del PIB.
Del año 2002 al 2010 (Álvaro Uribe Vélez) las tasas de crecimiento oscilaron entre el 1.7% (año 2009) y el 6.9% logrado en el año 2007. En el gobierno de Álvaro Uribe tuvimos un año malo (2009) cuando la economía se desacelero del 3.8% (2008) al 1.7% (2009), producto de la crisis financiera mundial, el bajo crecimiento de la economía de los países desarrollados al contraerse la demanda externa-interna, y en la caída de la producción de los sectores productivos especialmente la industria y el comercio.
Durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), las tasas de crecimiento de la economía oscilaron entre 1.8% (2017) y el 6.6% (2011). Se dieron seis (6) de los ocho (8) años con crecimientos superiores al 3%, al igual que el gobierno de Álvaro Uribe cuyo gobierno presento crecimientos en seis (6) años por encima del 3.5%. Ambos gobiernos tuvieron un año malo, con crecimiento de la economía del 1.7/% Álvaro Uribe y del 1.8% Santos.
Las tasas de crecimiento del año 1999-al 2017 fueron las siguientes:
AÑO PIB% GOBIERNO
1999 -4.2 Pastrana
2000 2.9
2001 1.7
2002 2.5 Uribe
2003 3.9
2004 5.3 Uribe
2005 4.7
2006 6.7
2007 6.9
2008 3.5
2009 1.7 Uribe
2010 4.0 Santos
2011 6.6
2012 4.0
2013 4.9
2014 4.4
2015 3.1
2016 2.0
2017 1.8
Como pueden apreciar, en los últimos 16 años la economía colombiana ha tenido variaciones significativas en su tasa de crecimiento, producto de factores coyunturales que se han presentado especialmente por el precio del petróleo, carbón y níquel. No ha sido un crecimiento sostenido y ambos gobiernos Uribe-Santos desaprovecharon los precios altos del petróleo para dotar al país de la infraestructura que necesitábamos para poder ser más competitivos construyendo infraestructura vial, aeroportuaria y portuaria y ferroviaria, así como las vías terciarias que contribuyeran a un crecimiento económico mayor al logrado, que de haberse tomado unas políticas públicas adecuadas para impulsar el sector agropecuario poniendo a producir el campo por lo menos el 50% de los productos alimenticios importados que llegó a niveles de 16 millones de toneladas en algunos años, e impulsar el desarrollo tecnológico de nuestra industria para que pudiera competir en un mercado globalizado o para que se adecuara a los cambios en la industria que se están dando en el mundo desarrollando otros tipos de industrias, que son las que generan con la agro industria mayor valor agregado.
Tampoco ninguno de estos gobiernos aprovecho la bonanza petrolera para alcanzar una educación pública de alto nivel, que no tuviera que envidiarle nada a la educación privada, tanto a nivel escolar como a nivel universitario. El programa de “Ser Pilo Paga” ha terminado en subsidiar a las universidades privadas y las universidades públicas viven en una crisis financiera permanente.
Igual comentario podríamos hacer en el sector salud, mantuvieron el Sisben, como gancho para explotar políticamente y cuyos recursos invertidos en ese sector al igual que en la educación quedaron en manos de los grupos paramilitares y por supuesto de los políticos corruptos. Los recursos de las regalías sirvieron para revivir los auxilios parlamentarios y a través de la OCAP, se entregaron a los parlamentarios quienes diligenciaban obras que no tenían ningún impacto regional o nacional y conseguían prebendas con los mandatarios de las entidades territoriales por esos recursos, que ante la falta de control del Estado terminaron la mayoría o un porcentaje alto en manos de los gestores de esos recursos y muchos en obras inconclusas o mal diseñadas, distorsionando el sentido de la utilización de las regalías a pesar de las reformas hechas a esa Ley.
Ambos gobiernos se centraron en controlar la inflación, importando alimentos de los países desarrollados que subsidian el campo a costa de dejar de producir y generar empleo en el país. Colombia cuenta con tierras aptas para cultivar por lo menos el 50%, de los productos alimenticios que importamos.
Otro hecho que incide en el nivel de vida de los colombianos es que en los últimos 20 años de gobierno, no ha existido una política pública para frenar el crecimiento poblacional, ya tenemos una población de 49.231.500, cuando en el 2012, éramos 46.581.000.
Mientras continuemos con tasa de crecimiento de la población igual al 1%, anual, sin cambios significativos en el modelo económico vigente, dependiente de los precios del petróleo y el carbón, difícilmente podremos disminuir los niveles de pobreza de nuestra población. El próximo gobierno debe definir unas políticas públicas claras sobre el control de natalidad, para llegar en unos diez años o menos a tasas de crecimiento de cero o negativa, parecidas a la de los países desarrollados. Las tasas de crecimiento poblacional siguen siendo altas en América latina van desde el 1.41%, en Venezuela hasta el 0.91%, del Brasil, Chile el 1.07%, Perú e 1.32% México 1.37%. Estas tasas contractan con la de la Unión Europea que van desde el menos 0.21% de España al 0.45% de Francia, con Japón menos 0.12%, China 0.52%, Rusia 0.04% y Estados unidos 0.75%.
Uno de los grandes males de la economía colombiana es el desempleo y la informalidad del empleo. La tasa del 9.4% de desempleo alcanzada en el año 2017, es producto de la menor actividad económica y la informalidad del 50% o más, como también de la baja tasa global de participación (64.5%), y el alto número de los inactivos que registran las estadísticas que contrasta con la de los países desarrollados y alguno de Latinoamérica que presentan tasas inferiores a Colombia en el 2017, a excepción de Brasil cuya tasa es del 10.%, y las más bajas las de México 3.8%, Ecuador 5.2%, Chile 6.8%, Perú 6.8%,Venezuela 7.3% y los Estados unidos 4.9%.
Por otra parte no podemos dejar pasar por alto que en el Estado sigue imperando la política laboral del empleo por OPS (ordenes de prestación de servicio) la cual se ha hecho extensiva a sectores productivo del país. Hoy tanto el gobierno nacional, como las entidades territoriales dicen mentiras en su planta de personal, las cuales presentan un bajo número de empleos de planta y el resto lo llenan con OPS, en algunas entidades territoriales, que sobrepasan dos o tres veces el número de la planta de personal, esto es igual en los ministerios e Institutos descentralizados.
El próximo gobierno debería decidir una política clara de empleo, que acabe con esta mala costumbre que se presta para beneficio político de los mandatarios de turnos y que constriñe al empleado a tener que estar cada seis meses o menos detrás de los parlamentarios o diputados o concejales para que les renueven el contrato. En esta situación hay personas que tienen ocho o más años vinculados a través de una OPS, sin que los incluyan en la planta de personal, a pesar de cumplir horario y recibir órdenes de sus superiores lo que los obliga a demandar al Estado, cuando su contrato no es renovado.
Estos temas, al igual que la propuesta económica deberían girar las propuestas de los aspirantes al congreso, como a la presidencia de la república. Necesitamos un estado fuerte, no un estado parasitario. Tenemos que saber elegir un buen congreso y una buena fórmula presidencial si verdaderamente queremos un cambio de orientación en el modelo económico que se viene aplicando en el país, que ha demostrado que no ha sido capaz de solucionar los problemas sociales.