¿Qué tal esa?

 

 

El flamante alcalde de un municipio eminentemente minero tuvo que acogerse a la causal de impedimento para conocer de todos los asuntos relacionados con la explotación de materiales de cantera en su municipio, en vista de que él mismo es un prominente minero.

Hablamos de Tocancipá, y del señor alcalde, Carlos Julio Rozo, sucesor y miembro de una respetable y tradicional familia de areneros.

Los problemas de Tocancipá en torno a la exhaustiva, y en buena parte indolente explotación de canteras en los cerros orientales, son muchos, diversos y constantes:

1. Se tienen problemas legales.

2. Se tienen problemas ambientales.

3. Se tienen problemas de transporte.

4. Se tienen problemas tributarios.

5. Se tienen problemas de acopio.

6. Se tienen problemas sociales.

7. Se tienen problemas entre los mismos empresarios que se acusan de competencia desleal.

Se tienen problemas por punta y punta, para no seguir con una lista que se haría interminable.

En síntesis, el alcalde de Tocancipá se ha declarado impedido para dirigir la gobernanza de la arena, algo que en este municipio es el pan de cada día. Mejor dicho, se ha quedado sin gobernabilidad.

Y lo poco que todavía queda en sus manos, parece que también otras manos se meten en la Administración.

Es una situación bien sui géneris la que se vive en este municipio en donde todavía no se ha podido explicar bien, quién manda a quién, lo que equivale a decir que, según la sabia sentencia, allá donde todos mandan, nadie hace caso.

 O también, para ponerlo de otra forma más folclórica y afín con nuestras más profundas raíces ancestrales, parece que ahora  ‘habemus’  “mucho cacique y poco indio”.