¡QUE VIVA EL NO!

¡QUE VIVA EL NO!

 

En medio de tanta paradoja posplebiscitaria, solo falta un florero

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Opinión/Grupo Editorial El Satélite

--Director Octavio Quintero--

(08/10/16)

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Quién lo creyera: nunca antes (y tal vez nunca más adelante), se había presentado la circunstancia de aplicar tan al calco la paradoja atribuida al profesor Maturana: “Perdiendo también se gana”, como después del revés que sufrió el gobierno en el llamado “Plebiscito por la Paz”, del pasado 02 de octubre.
Fruto de ese mágico NO al plebiscito por la paz, que viene a ser la paradoja dominante en todo este loco entramado nacional que empieza por deslumbrar a la opinión pública internacional preguntándose, ¿cómo es que un país no quiere la paz?, y cierra, al menos de momento, porque en este entramado como en una casa de espantos la sorpresa es la lógica, con el premio Nobel al presidente Santos, cuya lucha por la paz convenció a todo el mundo menos a los colombianos.
Junto a estos inexplicables acontecimientos, al menos para mentes no iniciadas en la endémica violencia que azota a Colombia desde el ya lejano magnicidio de Gaitán – 1948, si vamos a ser consecuentes con la historia--, circula en las redes sociales una nota puntual de conductas insospechables en cabeza de personajes que, aunque parezcan mofa, son absolutamente ciertas, y dicen en algunas de ellas:
Ahora (léase posblebiscito), Pacho Santos es coherente; Uribe pide proteger a las Farc; Santos anuncia plomo (solo hasta el 31 de octubre garantiza el cese bilateral al fuego); Pastrana dice que los NO son SÍ y viceversa; los del SÍ quieren guerra y los del NO piden mesura; Las Farc quieren que continúe la paz y los que no salieron a votar por la paz, ahora salen a marchar exigiendo la paz.
Dejando de lado este menú de locos, nuestro habitual interlocutor en GES, Antonio Guihur, pone el punto sobre la i de la Costa política, que bien puede convertirse en puntos sobre las ires de todo el país en materia política, porque viene a ser la causa sui, la verdadera causa responsable de la derrota del SÍ en el pasado plebiscito…
 
Y dice:
 
Se sabe que en Colombia siempre ha existido el abstencionismo en altas proporciones en cualquier elección popular, pero en el caso del plebiscito, la abstención fue superior a nivel nacional, y, específicamente en la Costa Caribe, en algunas ciudades y poblaciones, superó el 80%.
 
En las múltiples entrevistas a los políticos de siempre de la Costa Caribe, estos, tratando de justificarse ante sus altos “jefes” políticos: Santos por el SÍ y Uribe por el NO,  argumentan que la gran causa de la abstención en esta región, fueron las lluvias que originó el paso del huracán “Matthew”.
 
Se sabe también que los votantes de la Costa Caribe son una gran potencia electoral, tanto, que en varias oportunidades se ha dicho que la cantidad de votos aquí, incide en la elección de presidentes por la enorme influencia que los caciques regionales ejercen con la compra de votos a personas paupérrimas e ignorantes de los bajos estratos sociales en las ciudades y poblaciones costeñas.
 
¿Qué pasó con este gran poder electoral en el plebiscito?
 
La respuesta es muy sencilla: como no había intereses intrínsecamente personales de los políticos de la Costa Caribe, no funcionaron al 100% sus maquinarias como en otra clase de elecciones populares en las que, tradicionalmente, se ofrecen generosamente música popular a todo volumen con grandes aparatos de sonido; “papayeras”  y conjuntos vallenatos; licores baratos, camisetas, transporte gratis a los sitios de votación y, por supuesto, la consabida compra masiva de votos. Como en el plebiscito no hubo estos “alicientes electorales”, sencillamente la gente no salió a votar.
 
Paradoja final
 
El NO al plebiscito nos deja de frente a otra gran verdad nacional: la corrupción política que se ha apoderado de una clientela electoral con la que los caciques de todas las pelambres, regionales y nacionales, imponen el resultado a la carta.
 
La nota de Guihur  nos desvela, además, la vista gorda con la que estamos mirando este fenómeno que degrada la sociedad y deja en serio cuestionamiento la calidad de la democracia en Colombia
 
Nosotros, los de la sociedad civil, venimos expresando en los distintos medios de comunicación  nuestro reclamo frente al hecho cierto de que nada parezca interesar a la dirigencia nacional este delicado asunto, que puede solucionarse con La reforma de un simple “articulito” de la constitución, el 258 que dice: “El voto es un derecho y un deber ciudadano.”, bastaría con agregarle “y es obligatorio”.
 
En la trasquilada reforma sobre “equilibrio de poderes”, inicialmente se propuso el voto obligatorio… Pero, ligerito – ligerito, los caciques se dieron cuenta que esto era un Haraquiri político, y se chuparon.
 
En los acuerdos de La Habana, que se han convertido como en la panacea de todos los males que aquejan a Colombia y que no la dejan vivir en paz, nada se propone como estrategia contra la corrupción, como si el hecho de que estemos siendo gobernados por una cleptocracia no tuviera ninguna incidencia sobre la convivencia nacional.
Por esto, y por muchas otras cosas más, se exige una constituyente ya. Esas marchas que están sacando a la calle los caciques del SÍ y del NO, todos a una, las están poniendo a pedir paz. ¿Pero cómo lograr la paz en manos de un país de ladrones? Se escuchan propuestas…