¡Compostura, señores!

 

“Lo cortés no quita lo valiente”, es un viejo aforismo que se debe tener presente en todo momento, especialmente en aquellos en que por circunstancias políticas, económicas o sociales, nos hallamos en contra de la coyuntura del momento.

Recientes episodios dentro del recinto del Concejo de Tocancipá, no propiamente resultan ejemplo de compostura política y elegancia parlamentaria.

La entrevista que el anterior presidente de la Corporación, Uriel Pardo, concede a El Satélite (edición N0.44), deja entrever que, inclusive, ha faltado poco para que algunas discusiones terminen en trompadas y, según declaraciones recientes del Gerente de Gobierno, al menos un concejal, en su concepto, ha venido reiteradamente lanzándole improperios y acusaciones que riñen con la falta de respeto que se deben entre sí, los concejales con los altos funcionarios y viceversa.

En el debate de “control político” que el Concejo le adelantó a la gerente de Desarrollo Social, un par de concejales se salieron de casillas, en concepto de un corresponsal de este medio, quien se identificó plenamente y le damos entera confiabilidad.

Uno de esos concejales se molestó, y está en todo su derecho, por lo que se publicó en El Satélite digital del día 15/03/13, al dar acogida a la opinión del corresponsal mencionado.

Este medio ha fijado en reiteradas ocasiones su posición en defensa del interés general por encima del interés particular. Ello quiere decir que en desarrollo de su misión informativa, El Satélite busca despojarse de emociones y llenarse de razones, antes de proceder en la forma que procede.

Esto no significa que estemos exentos de errores. No somos infalibles. Y siempre que no incurramos en calumnias, injurias u ofensas personales, cualquier otra imprecisión que se filtre en las páginas de este medio, tiene remedio, empezando por la respectiva rectificación que se da “hasta en las mejores familias”, aludiendo con esto a los más grandes y respetables medios de comunicaciones.

En algún editorial reciente observamos que ejercer el periodismo en una sociedad reducida es muy difícil porque cualquier cosa que una diga o haga, siempre va a tocar a un prójimo que viene a ser un amigo, un conocido o hasta un familiar.

Lamentamos que nuestra labor a veces pueda poner en situaciones incómodas a personas que, antes que nada, reconocemos como buenos amigos, pero como se decía antes y se dice ahora, son “gajes del oficio”, para terminar este comentario con otro afortunado aforismo.