"VÍSTEME DESPACIO"...

30.11.2014 05:13
No hay nada más vaporoso en la agenda política de Colombia que el tema de la paz a la que Santos le ha sacado tanto jugo, superando con creces a Pastrana y Uribe, ambos elegidos también a costillas de las Farc, el primero por amigo de la paz negociada y el segundo por amigo de la paz a punta de bala. Lo de Santos es sui generis: su primer gobierno fue por amigo de las balas y el segundo por amigo de los diálogos; y ese es su único punto de diferencia con el expresidente Uribe. En todo lo demás, son igualitos.
El secuestro del general Alzate le dio nuevo alcance a uno de los puntos inamovibles de las negociaciones, en el sentido de que son las Farc y la sociedad civil los que deben enterrar a sus muertos y llorar sus deudos en medio de la guerra, sin que sea causa justa para romper los diálogos… Pero cuando el asunto tocó a un alto mando militar (de general para abajo "no hay problema"), el Presidente suspendió los diálogos, violando así lo pactado y dejando claro que la Mesa de la Habana se podría convertir, de aquí en adelante, en mecanismo clave del gobierno para que la guerrilla deje de acatarlo.
El mundo al revés en Macondo: en toda guerra, según el Derecho Internacional Humanitario, lo que ha quedado por fuera del conflicto es la población civil en cualquier forma, como un ataque donde pueda ser expuesta gente no combatiente, y especialmente que sea víctima de secuestro con fines de negociaciones políticas o económicas. Solo el secuestro de civiles da pie a la luz del DIH para romper los diálogos. Aquí fue el secuestro de un general que se metió a la boca del lobo en circunstancias que siguen siendo curiosas y de dudosa creencia de que algo así haya sido casual.
En la pasada campaña electoral se le hizo creer a la gente que Santos era “la paz al fin” y Zuluaga, con Uribe detrás, era “la guerra sin fin”. Reelegido Santos comenzó a hablarse del posconflicto, es decir, ya se desveló que la paz no viene de la Habana. Pero antes de haber pasado a este punto, debiéramos estar discutiendo el mecanismo electoral por medio del cual el pueblo refrendará la declaración final de la Habana: ¿será constituyente, plebiscito, referendo? ¿Qué será, será? ¿Y sobre todo: ganará el SÍ o ganará el NO? ¿Y llegaremos a esta instancia, o seguirán atravesándose imponderables como el secuestro del general?
Lo que parece que seguirá sucediendo en la política colombiana es que las Farc sigan imponiendo presidentes en Colombia: unas veces con el mandato popular de exterminarla y otras con el propósito de entronizarla a la vida civil…
Me late que por ahí va el agua hacia la campaña del 2018, cuando el establecimiento nos presente el perfil de un candidato presidencial dispuesto a consolidar el proceso del posconflicto, si es que llegamos a allá; y si no, jurándonos acabar con esos “bandidos” porque finalmente (nuevamente otro “finalmente”) ha quedado demostrado que no tienen voluntad de paz.
Y ese es el juego: hagan sus apuestas.

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