Viejo, mi querido viejo

14.08.2012 08:22

 

Los pensionados colombianos están alebrestados por estos días en que el gobierno insiste en la presentación al Congreso (ahora en septiembre) de una reforma pensional dizque para aumentar la cobertura del ISS (hoy Colpensiones) y de los fondos privados sobre la población en edad de jubilarse.

“De eso tan bueno no dan tanto”, dice la gente y es cierto. En los últimos 22 años (desde el advenimiento del modelo neoliberal), el Gobierno y el Congreso han hecho trizas la justicia social en Colombia, y basta con mirar retrospectivamente, sin mucho esfuerzo mental, y ver hoy qué son políticas oficiales como la laboral, educativa y de salud; aún la misma habitacional y de servicios públicos, en comparación con antes.

Resulta iluso creerle al Gobierno y al Congreso sus discursos sociales, pues, han adquirido la habilidosa facultad de pensar y decir dos cosas diferentes.

Los pensionados creen, y puede ser cierto, que detrás de tan astuta propuesta, se esconde un nuevo zarpazo a las pensiones que, aunque no se vislumbre cómo ni por qué lado pudiera justificarse, en el absurdo de la legislación nacional, Pandora es una simple principiante de ilusionista.

Por ejemplo, esa ley 1250 del 2008 que convirtió a los pensionados en hermafroditas laborales al asignarles a sí mismos la calidad de patronos y trabajadores para descargar sobre ellos los parafiscales de la salud… O esa otra norma que excluye a los pensionados de un ingreso vital al no recibir anualmente un incremento en su pensión al menos igual al salario mínimo que se aprueba para los más pobres.

Se encuentra, por tanto, plenamente justificada la alarma de los pensionados y, ojalá, su SOS halle eco en otras organizaciones sociales porque, como también dice el docto vulgo, para viejos vamos todos…

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