ÚLTIMA PALABRA...

14.06.2018 17:08

A los del voto en blanco, vamos a intentar dejarles claro que en circunstancias especiales hay obligación de tomar partido, antes que quedarse viendo a ver quién gana, como si la Presidencia fuera una partida de tenis.

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Opinión RED-GES/EL SATÉLITE

Octavio Quintero –Director

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Ya no es tiempo de conquistar a nadie en pro de una de las dos opciones que se disputan la Presidencia de Colombia este domingo 17: la gente está jugada en una de las tres opciones que le ofrece el tarjetón electoral: Gustavo Petro/Ángela María Robledo; Iván Duque/Marta Lucía Ramírez y, Voto en Blanco.

O sea que ya lo que se diga sobre la decisión adoptada, sobre todo por el excandidato Fajardo y el senador Robledo de votar en blanco en la segunda vuelta, no puede ser calificado de “satanización”, como se dijo varias veces por el ilustre senador que le pareció mejor quedarse en la mitad del rio mientras pasa la tormenta.

De entrada, digamos que la pusilanimidad de la autoridad electoral que impera en el país, optó por darse cierta licencia pragmática antes que enfrentar el debate político que se hubiera generado en torno a la eliminación de la casilla del voto en blanco (VB) del tarjetón para la segunda vuelta, que hubiera sido lo legal, pues, dice la norma que la segunda vuelta presidencial es entre los dos primeros, y nada más. Esa casilla ahí quedó como tarjetón de encuesta sobre intención de voto, y en esas circunstancias, también le habrían podido agregar la casilla del Ns/Nr para más ridiculez.

Se dice por parte de los defensores del VB que su escrutinio refleja un valor político que ejercería presión sobre el gobierno del elegido: ¡Pamplinas! Todos sabemos que en un régimen presidencialista como el que se practica en Colombia, el Presidente tiene bajo su control, político o burocrático, las demás ramas del poder, incluyendo el poder de la prensa, en donde toda oposición se hace nugatoria… el senador Robledo sabe bastante de esto.

Los dirigentes del VB, reducido ya al excandidato Fajardo y al senador Robledo, dicen que no les gusta la propuesta de Petro ni la de Duque, y en vez de entrar a conciliar con la que más se aproximara a su propia propuesta, que para eso y nada más está diseñada la segunda vuelta, corren el riesgo de quedar como el asno de Buridán, que moriría de hambre y de sed si se le pone a igual distancia la comida y el agua, al no poder definir qué calma primero: si el hambre o la sed.

Pero, además, la autoridad electoral no está diseñada para medir el impacto político de los distintos actores en el escenario de la democracia, sino sus resultados electorales: quién gana o quién pierde la elección presidencial;    y en el caso de elecciones corporativas, cómo queda compuesta la respectiva corporación de acuerdo con las votaciones de los aspirantes.

Pero, bueno, a lo hecho pecho, dice la gente. Solo que los defensores esta vez del VB, su argumento de “quedar en paz con su conciencia”, tampoco es válida la excusa porque, a qué conciencia apelan, si una de las virtudes del consciente es tener una idea clara y reflexiva de la realidad circundante, en este caso, de la realidad política.

Más parece que detrás de esta conciencia aducida se esconden otras intenciones, P.ej., que a Fajardo le convenga más, en términos políticos, un gobierno de Duque que de Petro, y, por tanto, no está obrando en conciencia sino en consecuencia; y del lado del senador Robledo, pues, todos conocen las insalvables diferencias, más de tipo personal que ideológico, que de tiempo atrás los han llevado a “sacarse las cobijas al sol”. Su conciencia (la del senador Robledo), le debe estar diciendo “con Petro, ni pío”.

A los electores, sobre todo a los que comparten la posición de Fajardo/Robledo, intentamos dejarles claro que en circunstancias especiales hay obligación de tomar partido, antes que quedarse viendo a ver quién gana, como si la Presidencia fuera un ‘chico de billar’.

No, no es así tan fácil como decir… “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, porque el proverbio lo que advierte es prudencia, en casos en que se arriesga perder lo más o menos bueno, por buscar algo mejor… En el caso de las elecciones de este domingo 17, lo que se está jugando es la oportunidad de cambiar el régimen, o abrirle la puerta del frente al regreso de un pasado reciente, de autos conocido. Y no digamos que los culpables van a ser Fajardo y Robledo… En el fondo, la responsabilidad siempre será de la sociedad en su conjunto que, por cualquier circunstancia que sea, podría escoger seguir en las mismas y con los mismos… Pero, en buena parte, muchos pensarán, con razón o sin ella, que las cosas hubieran sido a otro precio si estos dos importantes dirigentes hubieran asumido las responsabilidades que señalaba la coyuntura política.

 

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