Todos tenemos que ver con el CPN

24.04.2012 06:36

 

La nueva fuerza política de izquierda en Colombia podría ser el punto libre de la golosa, si es que el presidente Santos quiere dar un nuevo paso de Paz.

 

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Ese discurso de la “apertura democrática” que tanto permea los labios de la dirigencia colombiana en el poder, se asemeja mucho a lo que el poeta mexicano, Alfonso Reyes (1889/1959), dice en su inspiración “La verdad de Aquiles”: Mas si preguntas lo que yo aborrezco, en una sola frase te lo ofrezco que recogí en los labios del Pelida: “pensar y hablar dos cosas diferentes”…

 

Colombia entera debiera estar alborozada con el nacimiento del nuevo partido político de izquierda CPN (Consejo Patriótico Nacional) porque podría constituir una plataforma de aterrizaje de las FARC, en su regreso a la vida política.

 

No hay que tenerle miedo a los procesos de paz;  y el de Colombia, si es que de verdad se quiere, tiene que contar con una nueva opción política que democráticamente rete al establecimiento a través de procesos electorales como los que se vienen dando en varios países de Sur y Centroamérica.

 

Pero no se avizora nada fácil la evolución del CPN, como no ha sido fácil la vida política del Polo Democrático Alternativo (PDA), asediado desde el comienzo por el establecimiento en tantas y tan disímiles, audaces y sutiles formas, imposibles de sintetizar, siquiera, en este espacio.

 

El solo hecho de que el comandante de la policía metropolitana de Bogotá haya confesado que se le ha hecho inteligencia a las 1.500 organizaciones constitutivas del CPN, indica que hay prevención; y que además haya declarado, en el ámbito de la suposición perversa, una infiltración de las FARC en la reciente “Marcha Patriótica”, preludia un “acoso político”, parecido al que se le ha hecho al Polo, que terminó por aburrir al exmagistrado Carlos Gaviria, el dirigente de izquierda que más se ha aproximado a una real alternativa de gobierno nacional por la vía democrática.

 

En Colombia, el trasnochado macartismo volvió pecado y convirtió en delito querer la paz porque, para hablar de paz, también se tiene que hablar de la guerra que libran a su manera los grupos armados contra un Estado cuyos dirigentes de derecha no muestran resultados sociales importantes en los últimos 50 años, para circunscribirnos al mismo lapso en que se referencia la violencia en Colombia.

 

Poner sobre el tapete una discusión sobre las Farc – EP y el ELN, no solo en sus cuestionables procesos armados sino en sus planteamientos políticos, es de hecho perentorio para avanzar en el proceso. Fue lo que hizo el presidente Pastrana y lo que tendrá que volver a hacerse, obviamente evitando los errores del pasado. Tener un movimiento político donde los del otro lado de la democracia puedan aterrizar, es necesario, como fue el caso de la UP, lamentablemente exterminada, y del M-19, cuyos dirigentes actualmente en el gobierno, como Petro, son ejemplo de un “Sí se puede”.

 

El nuevo CPN no es la quinta pata del gato que andan buscando, sino un apoyo más en el camino de la paz que se le ofrece a Santos, si es que quiere dar el paso…

 

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