
TODO VALE ENTRE NOS…
19.03.2018 01:53
Campeones de la inmoralidad política
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Por: Octavio Quintero
Director RED-GES
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El INE (Instituto Nacional Electoral, de México), ha dejado por fuera de las elecciones presidenciales del próximo domingo 1º de julio de este año a dos candidatos, al exgobernador, Jaime Rodríguez Calderón y al exsenador, Armando Ríos Piter, tras encontrar miles de firmas falsas en sus sistemas de recolección de apoyos para candidatos independientes.
Según la información difundida por las agencias internacionales (Reuter, AP y AFP), el exgobernador Rodríguez, de casi dos millones de firmas, 388.000, el 19,4%, eran falsas; y, el exsenador Ríos, de cerca de 1’700.000 firmas, 900.000, el 52,9%, resultaron falsas.
La decisión de las autoridades electorales de México contrasta en el mismo caso con sus homólogas en Colombia, CNE (Consejo Nacional Electoral) que, hallando hasta millones de firmas falsas en los apoyos recolectados por los candidatos Germán Vargas Lleras (GVLl), Alejandro Ordoñez (AO) y Carlos Caicedo (CC), entre otros, los avaló como si nada hubiera pasado.
Y ponemos como ejemplo a México, no propiamente un dechado de virtudes políticas, pero que en comparación a Colombia, al menos ha tenido el pudor de sofrenar a unos candidatos a Presidente que se valieron de apoyos falsos para avalar sus candidaturas.
No es el caso nuestro: en efecto, GVLl presentó 5’522.088 de las cuales el 50.2% (2’769.801), resultaron “no válidas”, una manera eufemística de decir “falsas”. Por su parte, AO presentó 2’208.543 de las cuales 1’367.083 eran falsas (el 67,9%) y, CC recogió 2’058.720 de las cuales 1’173.121 resultaron falsas (el 57%). Como se puede apreciar, los tres resultaron con más de la mitad de los apoyos presentados a las autoridades electorales, auténticamente falsos.
Ciertamente en la legislación atinente a este recurso electoral diseñado para candidatos independientes (sin partido) que resultaron en manos de candidatos ‘vivos’ (con partido, y de bolsillo en el caso de GVLl), no hay nada estipulado al respecto, solo que el número de apoyos recogidos debe representar al menos el 3% de los votos válidos de la anterior elección presidencial; cierto es también que una persona que aspira al primer cargo público del país debe ser como la mujer del César: además de honesta, parecerlo.
La doble militancia política es otra norma que nos estamos pasando por la faja, como dice el docto vulgo. En torno a la fórmula vicepresidencial de Petro, la senadora, Ángela Robledo, de la Alianza Verde, parece incursa en doble militancia, pues, renunció a su partido tan solo la víspera de aceptar la candidatura a Vice, caso parecido al de Germán Vargas Lleras (Cambio Radical) cuando fue fórmula de Juan Manuel Santos (Partido de la U) en el 2014. En esa oportunidad nuestros sabiondos juristas dijeron que no se configuraba doble militancia porque la candidatura de JMS era respaldada por una coalición de partidos. Esperemos a ver qué nos dicen en esta oportunidad para seguir aprendiendo jurisprudencia a la colombina; quien quita que en alguna oportunidad a nosotros también nos sirva de algo…
Los casos de los candidatos a Presidente que rellenaron sus registros de firmas falsas, y luego se ufanaron ante las cámaras de TV y en todos los medios masivos de comunicación de su “inmenso” apoyo popular, así como el caso Mockus, el segundo senador más votado en las pasadas elecciones de Congreso que resultó ser un consentido contratista del Estado, que ahora hasta se declara molesto porque se le cuestiona esa eventual inhabilidad, más tantos otros entuertos que empañan el ejercicio político en Colombia, nos están confirmando la necesidad de una reforma política urgente, antes de que por este camino del todo vale, nos precipitemos al abismo sin fondo que tenemos a la vista. Y como dicha reforma no va a pasar en el Congresos, si es que hay un Presidente valiente en presentarla, lo que requerimos, entonces, es una solución de emergencia: una constituyente, no solo para eso sino para muchas más cosas que están destruyendo (o han destruido ya) la moral pública.
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Fin de folio.- De verdad, sin que se enojen los famosos periodistas fanáticos de Mockus, ¿puede ahora el flamante senador electo condenar los atajos y decir: “yo vine por quise, no porque me pagaron”? ¡Hum!
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